S e g u n d a
S e c c i ó n
La Existencia es
por sí misma y en sí misma,
ya que Ella es la
Esencia que trasciende toda forma.
La Esencia como
Existencia,
es aquello que se
encuentra antes y después
de cada
manifestación expresada y proyectada en el universo.
Esta es la razón
del por qué los seres aparecen y desaparecen
en inmensas oleadas
de vida, en generaciones evolutivas de Conciencia,
pero la Existencia
se mantiene inalterable en su perenne estado de eternidad.
Los universos se
forman, crecen, envejecen y se desintegran,
no obstante, la
Existencia Esencial permanece infinitamente perdurable.
Porque la
Existencia subliminal de la que emana el gran Orden Inteligente
que regula el
vastísimo universo macro y microcósmico,
nunca tuvo un
nacimiento, y por consiguiente jamás podrá morir.
No tiene principio,
no tiene fin.
La Existencia que
es la Esencia Trascendente de Todo cuanto existe,
es Inmortal.
Quizás este sea uno
de los motivos,
por el cual nada se
sabe de la Existencia,
porque Ella es el
Misterio de los misterios
en tanto se observe
desde la óptica humana
que se encuentra
tan limitada por la temporalidad.
No hay justicia
humana que pueda aclarar este Misterio Divino,
a no ser por
aquella alma que igualmente haya aprendido a reconciliarse
con los
imponderables de la vida, y también,
con la aparente
soledad que surge de esta máxima incertidumbre humana.
Quien no acepta
plenamente que cada uno se encuentra solo ante la Existencia
y que únicamente de
uno mismo depende el Despertar de la Conciencia,
no podrá acercarse
a la médula del Misterio Divino.
De este modo, si el
sabio se entrega sin resistencias a lo inescrutable,
entonces será capaz
de fundir su espíritu con la Esencia de todas las cosas.
Y porque la
extensión de Tao no tiene límite alguno,
su Naturaleza
Esencial se encuentra tanto
enclavada en el
gran Misterio Divino insondable de la Existencia,
como dilatada y
expresada en cada aspecto visible del Universo,
ya sea plasmada en
el espacio sideral, en los ciclos de la vida,
en un átomo, en un
haz de luz, en la respiración y hasta en una sonrisa.
Porque en todo
momento presente, a cada instante, se encuentra Tao.
Así que, nadie que
despierte un poco de sensibilidad verticalizada
podrá sentir la
soledad ni aun estando solo.
El Tao es el
Misterio Divino,
que no se revela
ante la pretensión de ninguna lógica impuesta
sino al corazón que
expone un sentimiento amoroso incondicional.
El Gran Tao de la
Existencia
reside copiosamente
en el núcleo de lo Esencial.
Y el Ser Humano que
ha sobre desarrollado
su sensibilidad
interior y su intuición,
a las que a su vez
ha orientado al ámbito del mundo psíquico y espiritual,
se encuentra más
preparado que aquellas personas que sólo obedecen
la física del mundo
material y que especulan para su propio interés.
Porque,
invariablemente, para acceder a los planos subliminales de
la Existencia es
menester centrarse en el núcleo de lo Esencial,
que mediante la
autorrevelación interior,
acciona el
Despertar de la Conciencia.
Esta es la manera
en que se alcanza el estado de trascendencia,
por la cual la
mente, los sentimientos, el espíritu, la energía y el psiquismo,
se armonizan en una
dimensión de plenitud, colmada de presencia total.
Por el contrario,
la ausencia que deriva de la indiferencia e inconsciencia
son los verdaderos
enemigos de toda forma de vida elevada.
La Esencia que está
en todo, se encuentra en lo más introspectivo del Ser;
asimismo,
únicamente desde tal introspección,
el Ser puede
contemplar la Esencia de Todo.
Porque desde lo
superficial, sólo se distingue lo más burdo de la materia.
El Gran Tao
interior es Perfecto en todos los sentidos,
aunque el ser
humano en su razonamiento superficial no lo sea;
este Tao Interior
es lo más elevado que pueda considerarse,
aunque algunas
personas aspiren a lo más bajo;
este Tao Interior
es lo único incorruptible, aunque la gente se corrompa;
y este Tao Interior
es la vida eterna e inmortal,
aunque el ser
humano muera en su forma relativa;
porque este Gran
Tao es Existencia, Inteligencia y Conciencia
e integra al alma
substancial de todos los seres como parte de su Esencia.
La Naturaleza surge
del Tao,
y en mayor o menor
proporción ésta puede ser comprendida.
La Vida brota del
Tao,
y de alguna manera
ésta también puede ser comprendida.
El Ser Esencial se
proyecta desde lo inconmensurable de Tao,
y necesariamente
debe ser comprendido por todo buscador y caminante.
Pero el Gran Tao,
no puede ser comprendido de ninguna manera,
porque no puede ser
definido mediante los argumentos
de la comprensión
común.
Por tal motivo es
que si alguna vez se lo logra observar,
no se lo puede
distinguir.
Y si para
escucharlo se emplea toda la atención,
no se lo puede oír.
Si se lo confina en
algún tipo de encuadre,
no se lo puede
retener.
Si se lo toca, no
se lo puede palpar.
Si se trata de
pensarlo lógicamente, no se lo puede captar.
Y si se lo ignora,
no se lo puede dejar de obviar.
Porque cuando el
Ser se funde con el Tao, el Ser desaparece.
Entonces, ninguna
entidad permanece para confirmarlo.
Nada ni nadie puede
enunciarlo.
Ningún ego queda
para detallarlo.
Así, la Esencia que
se encuentra en todo, es como si no estuviera en nada.
Porque Aquello que
existe y no se ve, es invisible;
Aquello que es un
son y no puede ser oído, es inaudible;
y Aquello que está
manifestado pero carece de forma,
se dice que es
incorpóreo.
De este modo, el
Tao que es Esencia y Existencia, Inteligencia y Conciencia,
es invisible,
inaudible e incorpóreo.
Sin embargo, para
aquel practicante y caminante que se haya realizado
en el
autoconocimiento vivencial, puede aseverarse que:
aunque es
invisible, igual puede ser visto;
aunque no emite
sonido alguno, igual puede ser oído;
aunque es
incorpóreo igual puede ser palpado;
y aunque no tiene
parámetros, igualmente puede ser reconocido.
Y así, y todo,
aunque se encuentra
por todos lados,
no es posible
alcanzarlo;
pero aun cuando no
se lo busque en sitio alguno,
todos los seres
seguirán estando inmersos en la infinita presencia del Tao.
Por consiguiente,
la clave taoísta extraída entre líneas,
se asienta en que
el “Estar”, como un estado de Presencia a Conciencia,
sustituye al “Ser”
como condición limitada de identidad.
En este punto,
la aguda percepción
extrasensorial que desemboca en la captación psíquica,
es la herramienta
más adecuada para establecer un vínculo entre
las capas más
rudimentarias del ego y la dimensión sublime de lo Esencial,
donde lo imposible
se vuelve posible, y lo etéreo se torna tangible.
Para ello, preciso
es agudizar el discernimiento y despertar suma sensibilidad,
para así poder
destilar lo verdadero de lo superfluo.
En este sentido
vale más el sentimiento personal que la opinión de los demás;
y es mejor una
mínima captación propia que las grandes teorías de los otros;
porque lo que ve la
propia alma en sintonía con el sendero individual,
no lo pueden
entender quienes
andan por
diferentes rumbos atravesando diferentes etapas de comprensión.
Cuando el tironeo
de distintas direcciones dejan confuso al caminante,
se ve socavada la
auténtica naturaleza de lo que Es por lo que no es,
y así se pierde el
significado de la inexorable alternancia natural de Tao;
por el contrario,
cuando la alternancia es causa de Sabiduría, entonces,
se asimila sin
asimilar aquello que se reconoce entre los taoístas como:
la Verdadera
Naturaleza Esencial.
Estar sin estar es
el modo de superar toda confusión y preocupación.
Ser sin ser es la
manera de transformar toda tensión.
Pero vivir sin
vivenciar es peor que morir,
semejante a vivir
dormido o anestesiado,
como así también,
conciencia sin concienciar es la fuente de toda frustración.
No obstante,
evolucionar sin progresar, es el modo en que el sabio se ilumina;
aunque desarrollar
sin crecer, es la forma en la que el ignorante se extermina.
Disfrutar sin
alardear, es la manera de preservar la felicidad.
Pasar desapercibido
y entrar en la gran Paz sin vociferarlo
es la conducta
taoísta para alcanzar logros verdaderos y a su vez,
sentirse en armonía
con lo natural y unido a lo esencial.
El Tao es quien
transmite todo esto,
pero nadie más que
el Ser Humano sabio lo puede realizar.
El Camino de
Trascendencia se encuentra en lo intrascendente.
La Vía del
Autoconocimiento, se halla en el desconocimiento.
La Senda de la
Iluminación, se localiza en la oscuridad.
El Medio de la Gran
Transformación, se descubre en lo intransformable.
La Ruta que
desemboca en la máxima culminación del Ser,
es la que no
conduce a ningún lado.
Porque nada está
fuera del Centro mismo de la Conciencia,
y nada sale, nada
entra, nada se aleja ni nada vuelve,
todo se encuentra
en su justo lugar en todo tiempo y espacio.
Desde la Existencia
o Tao, tomado como la Esencial Unidad,
surgen las dos
Polaridades básicas que a su vez originan una tercera potencia.
Se trata en primer
lugar de la dimensión o plano psíquico o Cielo, Tien,
al que le sigue la
física y química del universo o Tierra, Kun,
y finalmente, la
tercera potencia, Jen,
constituyen la
estructura bioenergética que
canaliza la
Conciencia Expansiva.
Son las Tres
Esferas del Ser en su representación microcósmica,
pero también es el
Ser en su expresión macrocósmica.
Son los Tres Campos
Magnéticos de todo espíritu.
De la misma manera,
del Tao Uno, surgen los Cinco Elementos o Wu Hsing
y las Ocho Fuerzas
o Pa Kua, el Yin Yang, hasta los Tres Palacios del Ser
conocidos por sus
Tres Tesoros, San Pao.
Y aunque todo
deriva del Tao,
su Existencia
Esencial que es la Unidad indivisible, no deriva de nada,
porque el Tao es
por sí mismo y en sí mismo.
El Tao es lo
Primero y lo Último.
Todo sale de él, y
a él todo retorna.
Y sin embargo, el
Tao jamás se llena y nunca se vacía,
porque ya está
Vacío y Lleno al mismo tiempo,
y es la Nada y el
Todo a la vez.
No tiene medida,
nada lo condiciona ni lo define,
no obstante,
tanto los seres
orgánicos como las formas inorgánicas del universo entero,
reflejan y
evidencia la Esencial Unidad Trascendente del Tao.
Y mientras la
dilatada multiplicidad muta permanentemente,
la Existencia
Esencial del Tao no cambia jamás.
La Unidad no
cambia, la diversidad es la que muta y se transforma.
Así se expresan el
Cambio y el No Cambio, I Wu I, del Xing Ming
y de Po Hum,
Destino y Libre Albedrío o Alma e Imagen,
también sintetizado
como el Cambio del No Cambio.
Estos son dos de
los aspectos inherentes al Ser Consciente.
Ya sea que se trate
tanto del ser humano,
de todo ser vivo,
como del Ser Universal,
porque todos se
transforman sólo en su aspecto externo,
mientras que en su
aspecto esencial,
reflejan al Tao
Esencial nítidamente, sin cambio alguno.
Porque la
Existencia o Tao,
que es la Esencia
Trascendente de Todo cuanto existe,
es la Fuente única
e invariable que nunca cambia,
sobre la que se
asienta la multiplicidad de la Vida,
del Universo, de la
Naturaleza y de todos los seres.
No obstante, en el
proceso del Despertar,
la Visión que
amanece gradualmente asemeja a una Transformación Interior.
Quien comprende
abarcadoramente y conoce la aplicación
de los Cinco
Elementos o Wu Hsing, de las Ocho Fuerzas o Pa Kua,
de las Dos
Alternancias Complementarias o Yin Yang Tai Chi,
de las Tres Esferas
Psíquicas o San Quan Ch´i, de la Gran Unidad o Tao I,
y acepta en la
profundidad de su corazón y conciencia el I Wu I,
o Cambio del No
Cambio,
es un Caminante que
ha alcanzado la maestría
y que sostiene
entre las palmas de sus manos
el secreto de los
grandes misterios de la vida inmortal.
Por lo tanto, lo
que realmente Es,
se halla en lo
interior,
en lo más profundo
de la inmensidad del Ser.
De este modo,
contactar con esta Fuente Interna,
rescatar el inmenso
potencial y nutrirse con lo más hondo y elevado,
Hsin Jen – Hsin
Shen, que es Profundo y Elevado, Corazón y Mente,
requiere
necesariamente de la gran introspección de la Conciencia,
pero también, de un
grado de suma sensibilidad,
de una amplitud
mental sin límites,
y de un espíritu
sublimizado por encima de las capas de lo físico,
de lo emocional, de
lo racional, e incluso, de lo energético.
Para ello es
menester un Camino de Trascendencia y una Enseñanza Superior,
pues en ausencia de
un rumbo esclarecedor,
las redes de la
ilusión terminan socavando el crecimiento interior.
En lo más profundo
de uno mismo,
reside el vínculo
con lo esencial.
Asimismo, sobre
este principio al que se suma el I Wu I,
que señala el
antagonismo que desentraña el Cambio conducente
al No Cambio,
se asienta la
Conciencia imperturbable del que ha Despertado.
Así, el Ser Humano
de honda sabiduría sabe que,
cuando algo se
mueve,
es porque algo se
encuentra quieto;
y cuando algo está
quieto,
es a causa de lo
que está en movimiento.
Por eso, quien
tiene en claro el Arte de la Quietud en el Movimiento
y del Movimiento en
la Quietud,
es sin duda alguna,
una verdadera Conciencia Expandida.
Porque asimilar el
Vacío que es como el mismo Centro de un Ciclón,
y hacerse Uno con
él,
conforma una de las
vivencias taoístas de mayor reputación;
ya que alcanzar
este estado de vacío y centralización
es la médula del
Tao.
De este modo se
dice:
Sin abrir la
ventana, se puede contemplar la Verdadera Naturaleza,
y sin salir por la
puerta se puede recorrer el Universo entero.
Puesto que es la
cualidad principal del espacio interior de todos los seres.
Alegóricamente,
este espacio es semejante al centro Vacío de la rueda,
que hace que ésta
cumpla la función de una rueda;
tanto como el
ambiente Vacío conformado entre las paredes,
es lo que hace que
sea una verdadera vivienda;
o bien, es el
receptáculo Vacío de un cántaro
lo que realmente
puede ser llenado.
Del mismo modo, el
ser humano que desconoce su propio centro, y,
nada sabe de ese
espacio vacío interior,
no es un ser humano
completo.
Pues, eso
inmaterial es lo verdaderamente Esencial.
Porque el no
contenido o el contenido esencial de todo contenedor,
es lo que
manifiesta al Tao trascendente.
Por lo tanto, sólo
en el profundo y elevado Silencio Interior
palpita la
Verdadera Existencia;
sólo en el
inescrutable Vacío Interior de cada Ser mora lo Esencial;
y sólo en la total
Quietud,
se percibe el vasto
movimiento psíquico de la Conciencia de Tao.
Es entonces, sólo a
partir de este estadio subliminal
del movimiento y la
quietud,
que se suscita una
nueva actitud integral.
Y es aquí cuando se
percibe en la quietud total,
el incipiente
movimiento psíquico de la Existencia Esencial;
y, al mismo tiempo,
es aquí cuando se
capta que en la vastedad de tal movimiento,
se enraíza la
absoluta Quietud de Tao.
Así, Movimiento y
Quietud, no cíclica o alternada,
sino simultánea, es
desde la apreciación taoísta
la verdadera
conciencia revolucionaria
conocida cómo: Wei
Wu Wei "Hacer sin Hacer".
Pues, la Acción sin
acto, el movimiento no reactivo, la quietud no inmóvil,
el Estar sin Ser,
la expansión estática y el espacio sin tiempo,
constituyen los
parámetros el Arte sagrado taoísta
para Concienciar la
Conciencia Concienciada.
Con este principio
se apunta básicamente, al valor de la no interferencia,
a esa actitud
sumamente desapercibida, nada avasallante,
la cual es sinónimo
de una acción que parece inacción,
que no deja una
huella precisa, como el andar del sabio,
que asemeja al
volar de las aves
y que siendo
negativa, es positiva, a igual que el transitar del iluminado.
Teniendo en cuenta
esto, hay que considerar que,
concebir el Tao en
la profundidad del Corazón
es respetar la Vida
ante todo,
y es sostener un
sentimiento amoroso hacia la Naturaleza entera,
de sumo cuidado y
delicadeza hacia toda especie.
Porque Madurar el
Tao en la Plenitud del Ser,
es reconocer la
unicidad de la auténtica Identidad de toda vida,
considerada como
una extensión del Alma Inmortal,
que vincula la
multiplicidad con la Unidad Esencial de la Existencia.
Vivir el Tao en la
médula substancial, lo cual es Vivir la Existencia,
significa expresar
las Virtudes más nobles, o Te,
y enaltecer las
cualidades que dignifican a los seres conscientes.
Así, sentir el Tao
y ser uno con él,
implica alimentar y
desarrollar la conciencia afectuosa
por la Vida misma y
por todas sus formas y manifestaciones.
Entender el Tao en
su amplio espectro trascendental,
es asombrarse
permanentemente de su grandeza en lo básico,
y silenciarse ante
su vasto horizonte colmado de Omnipresencia,
de Orden
Inteligente y de Esencia Trascendente
que despunta en las
pequeñas cosas más insignificantes de la vida.
Tener una mínima
simpatía por el Tao,
ya implica volverse
más natural
y estar más
estrechamente relacionado con la Naturaleza
desde un punto de
vista físico, mental y espiritual.
Ser consciente del
Tao es estar presente a cada instante,
sabiendo del
inmenso potencial que atesora todo ser humano
en la elevación de
su alma que puede expresarse mediante la Meditación
conforme a la
sensibilidad desarrollada.
Para hablar del Tao
hay que estar predispuesto
a aceptar por igual
todas las posturas filosóficas, las formas religiosas
y los variados
tipos de pensamientos,
como así también,
aceptar las diferencias culturales y sociales,
sin discriminación.
Porque en cuanto al
Tao, todos ocupan la misma esencialidad;
del mismo modo,
socialmente hablando,
todos deberían
tener las mismas oportunidades,
no obstante, cada
uno debe ser capaz de decidir el modo de vida que desea.
Pero cuando se
lleva el Tao en el Corazón, en la Mente y en el Alma,
sólo es posible una
sola alternativa, y ésta es:
Vivir conforme a él
y de acuerdo con su propio ritmo.
Esto significa
aceptar el Vacío detrás de todo lo existente,
y reconocer la
plenitud de la Nada que todo lo llena.
Asimismo, es
compenetrarse con el Gran Misterio Divino de la Vida,
y comprender que
este Misterio es su Esencia misma,
la cual palpita
expandiéndose en la Conciencia Despierta.
Vivir el Tao en su
propio ritmo existencial,
converge en un
Estado de Unidad Trascendente
por el cual ya no
tiene cabida la soledad ni aun estando solo,
por el que se
desvanece todo sufrimiento aun estando consciente del dolor,
y por el que se
resuelve toda traba aun inmerso en el máximo bloqueo.
Porque en este
Estado de Unidad Trascendente,
donde se ha
madurado el pulso sublime de Tao,
ya no se produce
encandilamiento por ninguna luz
y se disipan los
temores por toda sombra;
puesto que ya no
existe ninguna atracción por lo alto
ni desprecio por lo
bajo,
como tampoco se
elijen los grises o términos medios
a cambio de los
coloridos extremos.
La culminación
magnánima de Tao en todo Ser
estriba en estar
consciente noche y día,
momento a momento,
de la Verdadera Naturaleza Esencial
que late a cada
instante, y que puede ser percibida
en el estado
despierto y presente de la Conciencia.
Pero ello requiere
de la grandeza de una Conciencia sensible y alerta,
y requiere de una
Mente y Corazón que no se adormezcan
ni se desvíen
distraídamente por las rutas de lo efímero y trivial
para alimentarse de
lo insustancial que deteriora el Despertar.
Claro que, la
agudeza de dicha Conciencia
deviene del mismo
autoconocimiento y de la autorrealización
de la propia
Esencia,
que es la Vida, la
Existencia y su Misterio incognoscible
que se proyecta en
la hondura de todo Ser.
Por lo tanto,
según el Tao del
taoísmo,
sólo resta entrar
en uno mismo
sin más que
profundizar el estado Original
hasta reencontrarse
con el Gran Misterio que todo lo revela.
Y así, Retornar a
la Fuente, recobrar la Naturalidad Primigenia,
y hacerse uno con
la Esencialidad interna que refleja
la Unidad Esencial
de la Existencia,
y volver a la
Verdadera Naturaleza Interior,
es el
inconmensurable Tao del taoísmo.
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