Algunas personas estarán más o menos de acuerdo con lo expresado en la comunicación anterior, mientras que otras estarán en desacuerdo y preguntarán: ¿cómo puede confirmarse que existen muchas otras vidas y que la conciencia es infinita y eterna?, y por ello dudarán de esta realidad.
Lo que he dicho textualmente fue que la “entidad” es finita, mientras que la “identidad” es infinita. Aclaremos un poco más esto.
La entidad cambiante y transitoria que conforma el vehículo temporal de nuestro Ser está configurada por átomos, energía, moléculas, células y neuronas en tres cerebros (hasta este momento evolutivo) e información procesada como código genético, mientras que, la identidad permanente, inmortal, infinita, eterna, que conforma nuestro Ser, está constituida por la conciencia y un psiquismo subliminal que se entreteje con la membrana psíquica sublime de la existencia; algo bastante similar a lo que se estudia en ciencia como “campo unificado”.
Supongo que está medianamente claro, al menos en cuanto a lo que expresado literalmente, sin entrar por el momento en el trasfondo de la mística subyacente.
Ahora bien, hay personas que creerán que no sólo el alma es eterna, sino, que el cuerpo también es inmortal; en cambio, otras creerán que todo perece y nada queda después de la muerte y que no hay un hilo conductor más allá. Hay quienes creerán que no se vuelve a reencarnar y que, después de fallecer, se permanece en una dimensión espiritual por toda la eternidad indefinidamente, de manera perenne a lo largo del eterno infinito, y, hay quienes creerán en lo que dije antes, que la entidad es finita y la identidad infinita. O sea, habrá muchas creencias disímiles al respecto.
Como dije, no voy a entrar en este momento inicial de la disertación escrita en cuestiones tan filosóficas o metafísicas ni en las experiencias psíquicas o enseñanzas de personas que han tenido este vislumbre vivencial en el pasado, porque ya abordaremos tales cuestiones a lo largo del trayecto de estas incursiones; en cambio, en este momento me remitiré particularmente a dar una respuesta más técnica, por decirlo de algún modo, a la cuestión de creer o no en la existencia de otras vidas.
Los físicos de la mecánica cuántica han desembocado, por medio de algunos de sus descubrimientos, en realidades desbordantes para la comprensión corriente, al punto de concluir que, en gran medida, este universo tal como lo experimentamos lo está creando, proyectando y modificando la propia mente, el observador que interviene con su observación, la conciencia misma que da sentido a toda manifestación. Y estamos hablando de que éstas, son conclusiones empíricas basadas en pruebas y cálculos concretos. No son abstracciones o divagues fantasiosos, no, son realmente observaciones concretas realizadas en mundo cuántico y conclusiones veraces a partir de cálculos científicos.
En base a esto se puede decir que, si la concepción de infinitas vidas te resulta afín y concuerda con tu percepción, entonces las estarás proyectando a partir de tu visión mental y también de una visión colectiva compartida, orientada en ese mismo enfoque. Por supuesto que las posibilidades dentro del “campo” son infinitas, por lo tanto, lo que cada persona cree es lo que estará creando y proyectando como experiencia de vida para su alma.
Si creés en la vida eterna, crearás la vida eterna; si creés en la muerte eterna, crearás la muerte eterna; si crees en el infierno, pues, el infierno estará ahí esperándote, y lo mismo si creés en el paraíso. Desde ya que no se trata de una mera creencia intelectual, sino, de una convicción extraordinaria que no puede ser medida de manera ordinaria. Se trata de férreas concepciones no intelectualizadas.
Por lo tanto, si creés en Dios de esta manera, con Fe, entonces, Dios existirá, y si no creés que Dios existe, pues, no existirá. Claro que esto es demasiado simple para lo complejo que nos hemos vuelto los seres humanos, pero, es así de sencillo a través de un orden altamente elaborado por una inteligencia suprema que nos trasciende, siendo en sí, la inteligencia de la existencia.
Cada conciencia vivirá lo que haya concebido vivir, hasta que en algún momento se agote esa experiencia y, entonces, recree una nueva vivencia para seguir creciendo y expandiéndose.
En la eternidad del campo infinito, todo es posible.
Cada quien va creando su propia realidad en un nivel cuántico, y también en un nivel emocional, lo que determina que se configure un contexto de vida en particular en torno a cada creencia. Desde ya, por supuesto, cada quien va creando su propia realidad espiritual. Y sobre esta cuestión me detendré varias veces a lo largo de estas comunicaciones.
Cada quien vivirá de acuerdo a sus creencias, convicciones y mentalidad; desde ya que no es gratuito, pues, se deberá abonar una cuota de felicidad o de sufrimiento por la estructuración del patrón que cada quien establezca con su mentalidad. Como mínimo, habrá que convivir con eso, y no es poca cosa.
Esta cruda realidad no es metafísica ni un delirio espiritual, sino, lisa y llanamente física estudiada dentro de la disciplina de la mecánica cuántica, que viene a confirmar lo que nutridos conocimientos ancestrales ya han señalado en la antigüedad.
Para meditar.
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