Lo que estás creyendo... será, indefectiblemente.
¿Creés eso?... está muy bien, seguí creyéndolo sabiendo que es la realidad que estuviste generando con tu creencia. Creencia y realidad, están íntimamente relacionadas.
Lo que creés, sea lo que fuera, es tu realidad.
Por supuesto que no es una verdad cósmica existencial que atañe a todo el mundo por igual, es sólo tu verdad, y está bien que lo sea.
Desde ya, muchas personas pueden compartir tu misma realidad a partir de una creencia colectiva; claro que sí, lo que no significa que sea una verdad que se exprese más allá de la esfera personal en la que ha horadado la propia creación en sintonía con la creación grupal de mentalidades afines.
Se trata de un hecho científico que se ha comenzado a vislumbrar por la ciencia de la mecánica cuántica, más allá de que desde la perspectiva de la medicina que comprende la estrecha relación psicosomática se haya descubierto mucho antes, aunque, no es tan antigua como la perspectiva de la mística espiritual que lo viene reafirmando desde antaño.
En este contexto, tenemos, por un lado, los mecanismos que operan bajo el Poder de los Mitos estudiado ampliamente por el genio de Joseph Campbell, que afectan a todas las culturas inculcando ciertos patrones arcaicos; esto se asimila perfectamente con el Poder de los Arquetipos que estudió otro genio como Carl Jung y, entrelazado con el poder del Inconsciente Colectivo; siendo aspectos que actúan en forma de reacciones vegetativas que controlan a la humanidad de maneras subliminales; en otras palabras, la influencia deriva de una información atávica que tiene puntos de enlace con los Registros Akáshicos, con la Astrología Esotérica de Adler que ubica al ser humano dentro o fuera del zodíaco según su dependencia, con los Arcanos según la visión de V. Tomberg, y con la Simbología Iniciática de la Sabiduría Ancestral desplegada en todos los caminos desarrollados por nuestros antepasados, en todas las religiones, las órdenes esotéricas, en todos los conocimientos y en todas las corrientes de pensamiento.
Así, pues, todo está vinculado de algún modo. Y eso que todavía no hemos abordado las dimensiones del “campo” donde vibran las ondas combinadas de los niveles de conciencia que rigen sobre las razas que habitan dispersas por el cosmos entero, a lo que alude la teosofía entre otras disciplinas del saber universal, porque, en este caso, la vinculación es mucho más abarcadora.
Ahora bien, volviendo al punto de la conciencia que nos compete en esta disertación para vivir la existencia, tenés que tener en cuenta que toda conciencia ha de vivenciar todas las experiencias a lo largo de la eternidad, porque todas las conciencias son parte de una unidad. Entonces, todas, experimentan todo.
Esto significa que detrás de la diversidad de experiencias se encuentra la misma unidad proyectada de sí misma y expresándose en la multiplicidad.
He aquí el quid de la cuestión, porque, precisamente, de esto se trata la unidad de conciencia a la que toda conciencia individuada ha de llegar, al menos, ha de vivenciar y experimentar. Quizás, para volver a empezar todo de nuevo a partir de esa reintegración en la unidad.
Derivamos de ese núcleo existencial y a él volvemos, una y otra vez, infinitamente, eternamente, como una respiración cósmica inmortal que inhala y exhala en incontables dimensiones. Es nuestra fuente, nuestra raíz, nuestro estado de retorno.
A esto apunta la Vivexistencia que vamos a ir desenvolviendo e hilvanando a lo largo de estas series de incursiones.
Prosigamos con esta introducción.
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