martes, 21 de abril de 2020

VIVIR LA EXISTENCIA Nº 4

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Para iniciar este trayecto de las incursiones correspondientes a “Vivir la Existencia” con alguna referencia bien concreta, sin preámbulos, recordemos que para sentir dicha tenemos que saber elegir qué pensar y qué sentir.
Esto es fundamental, porque si lo dejamos librado al azar, el camino de la vida se nos va a tornar más complejo debido al laberinto de pensamientos y a la madeja de emociones que en algún momento tendremos que desanudar.

Por eso mismo, no dejés que la mente determine lo que vaya a pensar ella según su antojo.
¡Es tu mente!, así que, decidí vos lo que querés que ella piense.
¡Decidí vos conscientemente cuáles van a ser tus creencias!
Si fuese la mente de otra persona sería algo imposible de lograr, pero, ¡es tu mente!

Incluso, podría decirse con certeza que no sos vos el que pensás cuando pensás, aunque, esto sea lo que te enseñaron que estás haciendo; en realidad, no sos vos, es la mente la que piensa, no vos, no tu Ser, por eso no dejés que ella determine lo que ha de pensar engañándote y haciéndote creer que sos vos el que pensás. Claro, para esto tiene que haber una conciencia presente, de lo contrario, no sucederá, te arrastrará... será como un enorme remolino en aguas turbulentas, te succionará.

Los ojos son un vehículo y una herramienta del Ser, no son el Ser, de lo contrario, los ciegos no tendrían Ser. Lo mismo sucede con todos los órganos de los sentidos respecto a su función y a lo que ellos perciben.
Para los tibetanos, la mente es el sexto sentido; ellos han crecido con esta cultura. De hecho, la mente es el sexto sentido, y es el sentido que conecta y combina entre sí la información de los otros cinco sentidos.
Por eso, así como no te dejás secuestrar por lo que ven tus ojos ni por lo que oyen tus oídos, tampoco te dejés secuestrar por lo que piensa tu mente.

Entonces, si lo que tu mente está pensando no te proporciona una total tranquilidad, pues, no se lo dejés pensar, cambiá de pensamiento, a menos que el cambio implique un riesgo para tu vida, pero, de no ser así, no pienses nada que te tiña de intranquilidad. Desechá esos pensamientos, ¿quién te obliga a tenerlos?

Llevá tus pensamientos a un nuevo nivel dentro de lo natural, elegí un ámbito de la naturaleza, dirigite mentalmente a un paisaje que te de placer, a un ambiente y momento que hayas disfrutado sobremanera, a un espacio agradable, con personas que te transmiten confianza y te den alegría; llevá los pensamientos a la satisfacción de aquellos libros que te inspiraron y a los nuevos por explorar en la medida que te aporten placidez y armonía, centrate en esas concepciones nobles y elevadas de la vida que seas capaz de acuñar, y no dejés que la mente te reste tiempo de vida remolcándote hasta esos ovillos entreverados y enmarañados de pensamientos desorientados por el mismo devenir de la indolencia a la que la idiosincrasia nos sujeta para someternos al capricho del sistema.

Si lo que tu mente piensa te inquieta o te desarmoniza, si te lleva a disipar el estado de bienestar, a desgastar tu energía, tu chi (qi), entonces, cambiá de pensamiento, cambiá la frecuencia mental, y esto te va a conducir a una transformación emocional por la que vivenciarás sentimientos sanadores.

No dejés que ella te domine.
Es tu mente... vos decidís.
No hay nadie más que tenga potestad sobre tu mente, ni ella la tiene si asumís decididamente tu responsabilidad como conciencia despierta.
La felicidad requiere en primer lugar de esto tan básico:
¡Elegí lo que querés pensar y sentir!, más allá de todo.

Liberate de su control, no te esclavices a su manipulación; vos podés guiar a tu mente a un estado de armonía donde pulsan vibraciones sublimes, depuradas a conciencia, que te tributen bienestar y plenitud.

La mente es un vehículo que podés disponer a voluntad para que la experiencia de vida diaria sea un suceso especial y satisfactorio.
Pero, además, atención con esto, cuidado, los pensamientos y las creencias se autoalimentan mutuamente, en una simbiosis imposible de emancipar. Por lo tanto, cuando elegís tus pensamientos estás eligiendo también tus creencias, y viceversa.


Ya vamos a incursionar en el poder sanador de la triple conjunción, referida: (1) a las tres mentes del cerebro (pensamientos), (2) a las dos mentes del corazón (sentimientos) y (3) a la mente unificada del bajo vientre (vital y emocional), para cubrir y abarcar un mayor recorrido en esto de vivir la existencia.
Estas son las tres mentes del microcosmos con las que nos veremos en el presente estudio, en vinculación con la Mente Macrocósmica a la que hemos de arribar mediante el centrado del cuerpo que consolida la floración de la conciencia en el centro psíquico cardíaco localizado en el corazón o bien, tantien medio
Esto es un adelanto de algunos de los temas que quiero desarrollar y compartir en estas incursiones.

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