miércoles, 7 de julio de 2021

EL SENTIDO DE LA VIDA

EL SENTIDO DE LA VIDA
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-Una perspectiva a través de la óptica taoísta-
Del latín: “perspicere” que significa: “para ver a través de", y, en este caso, a través de Tao.
Comparto la percepción de una visión, de una perspectiva, de una óptica, observando desde la ventana que nos legaron los taoístas, la cual he abierto a lo largo de mi vida, sin llegar a terminar de ver jamás el inmenso horizonte a la que se enfoca.
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Lo primero:
Hay que conectarse con la naturaleza, estar en la naturaleza...
A partir de allí, lo segundo, es:
Sumergirse en la Verdadera Naturaleza interior, que es la Naturaleza Esencial.
Desde allí, lo tercero:
Concientizar lo sublime, lo supremo, que es El Eterno Tao.
Finalmente, se inicia el “camino de retorno”, de vuelta al hogar, a la morada genuina del Ser substancial, aunque de una manera enriquecida, renovada, con la maduración de una nueva conciencia.
De esta manera, tenemos que éste es el Camino y el sentido que tiene en la vida avanzar por él.
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Si estás feliz o si te enojás, si está todo bien o está todo mal, si te resulta agradable o desagradable, si vas por aquí o si vas por allá, si estás de acuerdo o estás en contra, si te duele o te causa placer, si aceptás o rechazás... lo que fueras que vivas, que experimentes o sientas, eso será parte por igual y de la misma manera del Tao que has venido a transitar, que tienes que afrontar, cursar y encauzar. No saber esto, significa no conocer el Tao.
... Esto es lo que yo pienso de Tao ...
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1ª paradoja taoísta referida a la contradicción que equivale al principio de los “opuestos complementarios”.
«Así que, el Tao tiene mucho para decir...
Como es el Tao, no dice nada, no tiene nada para decir, y así, al no decir nada, lo dice todo.
El Tao que puede nombrarse, no es el Tao absoluto. Aquel Tao que no puede definirse, que no puede expresarse, que no puede describirse, es el verdadero Tao.
El Tao es el Camino, sin camino.
Donde vemos el camino, eso no es el Tao. Cuando el camino no lo vemos, ahí, precisamente, está el Tao.»
«Exactamente, ahí donde estás pensando, donde estás sentado o parado o como fuera que estés mirando el video, ahí mismo, en ese lugar, está el Tao.
Ahí está la coherencia»
- Por supuesto, hasta no darse cuenta de esto y sentirlo, será como si Tao no existiera.
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Si estás feliz o si te enojás, si está todo bien o está todo mal, si te resulta agradable o desagradable, si vas por aquí o si vas por allá, si estás de acuerdo o estás en contra, si te duele o te causa placer, si aceptás o rechazás... lo que fueras que vivas, que experimentes o sientas, eso será parte por igual y de la misma manera del Tao que has venido a transitar, que tienes que afrontar, cursar y encauzar. No saber esto, significa no conocer el Tao.
... Esto es lo que yo pienso de Tao ...
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Dice Laotse, en el Taoteking, lo siguiente:
“Si logro que se rían cuando hablo acerca de Tao,
significa que se ha captado la esencia de Tao”.
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TODO LO QUE PODEMOS SER...
EL SENTIDO,
DEL CAMINO,
EN LA VIDA.
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La conciencia se encuentra en la observación imparcial de la propia vida, en la atención centrada en los propios actos y actitudes, en la predisposición o falta de ella.
La conciencia está cuando no se niega los aspectos y circunstancias de la propia vida, sean como fueran, porque la propia vida es el camino y, en la propia vida, está la realización de Tao. Lo repito: el Camino es la propia vida. Si se busca “El Camino” pues, éste no se encuentra en ningún otro lado que en la propia vida; claro que para darse cuenta de la magnitud de este hecho es necesario la participación de la conciencia.
Y esto no significa que la propia vida como camino tenga que ser hermosa y armoniosa para que en ella esté presente la conciencia en su plenitud, no, nada de eso. Como fuera que sea la propia vida, ella es el vehículo de la conciencia que cada quien tiene que desenvolver a partir de lo que ha venido a aprender.
Por lo tanto, la aceptación de que la propia vida es la “universidad” que la Existencia (Tao, Dios) nos proporcionó para despertar, nos ayudará a darle un sentido al crecimiento interior y a las enseñanzas que instruyen a nuestra alma.
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No hay otra escuela mayor que la propia vida ni hay otro camino más significativo que la propia experiencia, ni hay otra filosofía o religión más profunda que la propia vivencia.
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Somos artífices de nuestras vidas, pero no tanto en cuanto a la dirección y rumbo que ella tome, sino que, somos artífices de la conciencia que podemos asimilar y madurar más allá de cuál sea la dirección y rumbo que tome.
Pues, es un hecho que en la dirección y rumbo de nuestras vidas están involucradas muchas personas de las cuales algunas juegan a favor y otras en contra, no obstante, en lo que concierne a la conciencia que podamos madurar en dicho transcurso nadie nos acompaña, ya que frente a la propia conciencia cada quien cuenta únicamente con su propio Ser.
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“El Camino” (con mayúsculas) es la propia vida.
Todos los demás caminos son secundarios.
Si no se considera que el verdadero camino es aquel que cada quien transita con su propia vida, por más que se recorran todos los caminos o los mejores caminos, será como no haber andado ningún camino.
 “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida.” (Juan 14:6), y asegura Jesús que nadie podrá llegar a lo Eterno si no comprende esta máxima.
Es un hermoso juego de palabras que trasciende todo dogma.
En esta frase se conjuga el “Yo Soy” con el “Camino”, la “Verdad” y la “Vida” determinando que:
En el “Yo Soy” está centrado el “Camino”.
El “Camino” es la “Verdad” y la “Vida”.
La “Vida” es el “Camino”.
La “Verdad” es la “Vida” que es el “Camino”.
Y el “Camino”, la “Verdad” y la “Vida” están implícitos en el “Yo Soy”.
En el “Yo Soy” cobran realidad.
Todo está dicho en esta sentencia.
Uno de los mantras maravillosos más poderosos, cuya filosofía intrínseca resulta ser una de las más elevadas, que debería ser practicado por caminantes y buscadores, es el siguiente:
“Yo Soy el Camino.
Yo Soy la Verdad.
Yo Soy la Vida.”
Tres afirmaciones que condensan el mayor de los conocimientos iniciáticos que atesora la sabiduría ancestral.
Por supuesto que el “Yo Soy” no hace referencia a la personalidad ni al ego, no apunta al egocentrismo, sino, se refiere al Ser substancial subyacente en las profundidades de toda identidad y entidad manifiesta, el cual carece de género y de edad, no es femenino ni masculino, no tiene nombre, no pertenece a ninguna casta ni clase social, no pertenece a ninguna religión, no tiene sexo ni color de piel, porque es la esencia misma de la Existencia (Tao, Dios) esparcida por doquier.
De aquí que sea tan importante tomar a la propia vida como el camino trascendental que hemos de recorrer a conciencia.
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