sábado, 4 de abril de 2020

Chien Hualin - 3


T e r c e r a
S e c c i ó n

Conocer la Naturaleza de la Dualidad Complementaria,
es la mayor visión que el taoísmo puede compartir
con todo buceador de la Verdadera Esencia.
Porque conforme a esta profunda comprensión de las contradicciones,
se alcanza la Libertad Interior.
Esta maravillosa y eminente Libertad del Tao
se sostiene gracias a la posibilidad de emanciparse
de toda idea acerca de Tao.
Esta es la primera dualidad complementaria a comprender acabadamente.
Pues sin esto, el taoísmo ancestral se desmoronaría
y pasaría a constituir otra relativa observación más acerca del Camino.
Porque todo apego, incluso hacia el Camino,
es en definitiva fuente de egoísmo,
y todo egoísmo ensombrece la Verdadera Naturaleza
que es dadivosa por excelencia, ya que nada guarda para sí.
El acto de retener para sí y el sentimiento de pertenencia
son aspectos primitivos en el ser humano,
que distancian de la Naturaleza Superior de Tao.
Por eso, si no se dejan atrás los condicionamientos relativos al propio camino
es imposible saborear la esplendorosa Libertad del Tao.
Pues en el crecimiento progresivo de la Conciencia Expansiva,
los principios que alguna vez señalaban el camino del autoconocimiento,
carecen de sentido en el mismo instante de la autorrealización.
Por lo tanto, apegarse a ellos sólo significaría estancarse.
Del mismo modo, el sentimiento de amor es enturbiado
por el impulso emotivo de la posesión,
ya que es una actitud contraria a la Fuerza derivada del Despertar.
Y es por esto, que cuanto más se desea poseer, más se sufre,
y cuanto más se logra poseer, mayores son los temores que impiden vivir.
Lao Tse dice que el excesivo patrimonio es imposible de proteger,
que incluso la más mínima posesión lleva implícito el miedo a perderla.
Esta es la raíz que conduce a perder la Libertad de Tao.
La ambición que genera ansias de posesión
es un desequilibrio que genera innumerables enfermedades.
Ya sea que se trate de un sentimiento posesivo hacia las personas,
por los objetos o hacia el propio pensamiento filosófico o religioso,
es la causa que gesta la declinación de la Libertad de Tao.
El sometimiento a toda estructura por altruista que fuera,
es la muerte de la Conciencia libre e incondicional.
Por eso, el Camino que puede ser señalado,
apunta a un camino superficial,
mientras que el Verdadero Camino no puede ser señalado de modo alguno.
Porque el recorrido final del auténtico Sendero o Tao,
sólo puede ser precisado una vez que ya se ha transitado y no antes.
Así, ¿cómo es posible determinarlo previamente?
La senda que puede ser representada no es la Verdadera Senda Esencial,
porque la sublime Senda de Tao carece de toda rotulación.
Incluso decir que es la Sublime Senda de Tao,
distancia abismalmente de lo Real.
Es el propio Sendero recorrido a Conciencia,
libre de toda atadura con el pasado, lo que hace de él un Verdadero Camino,
por el contrario, aun el Gran Sendero de la Existencia,
si es transitado inconscientemente inmerso en el apego,
no es más que un laberinto o un mero callejón sin salida.
De todos modos, conforme a la Libertad de Tao,
aun sumido en la inconsciencia existen grandes posibilidades de Despertar,
porque incluso el adormecimiento
es otra expresión de la Existencia Esencial de Tao.
Por lo tanto, puede transitarse un camino sin apegarse a él;
pueden afirmarse ciertas ideas sin necesidad de esclavizarse a ellas;
puede amarse a una persona sin manipularla como posesión;
y pueden disfrutarse mucho más las cosas si no se intenta adueñarse de ellas.
Pero esto no significa que la autorrealización se fundamente en la carencia,
porque se trata de Libertad y no de esclavitud.
No obstante, quien está predispuesto a tomar Conciencia,
puede extraer aun de los períodos más oscuros,
profundas enseñanzas que motivan el crecimiento interior.
Esta es la razón por la cual
todos los problemas en la vida tienen una salida…
el problema es hallarla.
Porque generalmente, para encontrar una solución real,
hay que abandonar toda lucha,
pero también es cierto que para lograrlo a veces hay que luchar.
Es que en definitiva,
todo ser humano debe vivir y morir por algo,
porque quien no vive ni muere por algo,
vive y muere vacío;
aunque muchas veces ese algo es vacío,
y otras pocas, ese vacío es algo.
El límite entre uno y otro es una delgada línea de Conciencia,
porque al fin y al cabo,
el mayor impedimento o la mayor posibilidad,
resulta ser uno mismo, nada más ni nada menos;
al punto de que tanto el mayor obstáculo como el portal abierto al máximo
se encuentra dentro de cada uno.
De este modo, el inconveniente mayúsculo no es la naturaleza de las cosas,
el problema no es el formato de las cosas que se presentan tal cual son,
sino que, la gravedad de todo el asunto radica en la propia obstinación,
en el egoísmo, en la obsesión, en la distorsionada percepción,
en la falta de amplitud y en la rigidez de los conceptos.
Por lo tanto, comprender que la raíz del problema
está en uno y no en el afuera,
ayuda notablemente al proceso de encontrar la solución para resolverlo.
Porque en la vida, quien sabe perder, gana mucho,
pues de lo contrario, quien queda atrapado en las redes del ego exitoso,
no conoce nunca la victoria.
Así, el ego, es lo primero que hay que perder.
Quien lo fortalece se pierde a sí mismo, quien lo debilita conoce la Esencia.
Quien poco tiene, puede avanzar mucho,
y quien se apega a los objetos le resulta penoso remolcarlos.
De este modo, quien sabe andar liviano no conoce el fracaso.
Cuanto más se pretende, menos se alcanza,
entonces, más cosas hacen falta.
Cuanto más se desea, tanto más se aleja.
Pero al sentirlo distante, más se aproxima.
Lao Tse menciona tres modos de entender el Tao.
Así, hay quienes se conforman con vivir soñando que han despertado,
pero siguen durmiendo;
no obstante, están aquellos que ni siquiera sueñan con el Despertar,
por eso viven como si estuvieran muertos.
Sin embargo, existen unos pocos entre cientos de miles de personas,
que han superado el tremendo miedo a la Iluminación,
y bien Despiertos, viven auténticamente lo que sienten,
sin rendirle cuentas a nadie y sin dejarse afectar
por el dedo acusador de la crítica.
El sabio de Tao sabe que, cuanto más se apetece tanto más se carece.
Porque todo anhelo es ilusión, y toda idealización es mera fantasía.
El deseo es el sueño de quien aun se encuentra dormido.
Así, cuanto más se pide, menos se consigue;
y a mayor exigencia, mayor es la ausencia.
Cuanto más en detalle se observa lo bueno, más se distingue lo malo.
Así el perfeccionismo mata el incalculable potencial.
Quien pide y exige lo bueno, es porque nunca lo ha vivido.
Quien lo vive, se encuentra satisfecho.
Y quien está satisfecho, ya no pretende nada en particular.
La exigencia es causa de angustia,
porque quien exige se encuentra en un estado de inconformidad.
Entonces, cuanto más inconforme se está con uno mismo,
más exigente y perfeccionista trata uno de ser con los demás.
Por eso, quien se exige, se perfecciona y se cultiva,
deviene en una mera cáscara vacía.
El Sabio de Tao, sin esfuerzo alguno, alcanza la maestría naturalmente.
Porque el Tao quita al que acumula por demás,
ya sea que se trate de objetos, conocimientos, o lo que fuera;
y el Tao da a quien es moderado y se mantiene en la frugalidad,
y ofrece mucho más a quien sabe contentarse.
Comprender este principio significa aprender a esgrimir
la llave de la riqueza interior.
Quien sabe aceptar, alcanza fácilmente la satisfacción,
mientras que, quien no acepta, se encuentra siempre insatisfecho.
Quien lucha consigo mismo, ya está vencido desde el comienzo,
mientras que, quien se acepta plenamente, ya ha triunfado.
Quien anhela cambiar la naturaleza de las cosas,
se encamina hacia la frustración,
pero quien acepta plácidamente el devenir natural de todo acontecimiento,
se establece en un estado de Conciencia superior.
Quien pretende mayores beneficios, los pierde todos,
mientras que, quien renuncia a ellos, los multiplica.
Quien codicia atención, se esclaviza,
pero quien hace servicio se libera.
Porque quien da de sí mismo, obtienemucho más;
y cuanto más da, más tiene.
El Tao es un Misterio Divino.
Su Naturaleza insondable es un enigma.
Por eso, quien busca ávidamente, se pierde inexorablemente;
y quien no busca nada, se encuentra a sí mismo.
Porque cuanto más se apremia el sondeo infructuoso,
más se enreda el alma en un laberinto interminable.
Por el contrario, quien es capaz de saciar sus ansias de búsqueda
y es capaz de serenar su voracidad de consumo, en el marco de una disciplina,
puede centrarse firmemente en su núcleo interno de gran Paz.
No obstante, el conocedor de las leyes de Tao sabe que,
quien alcanza la cumbre, comienza a declinar,
y quien desciende a lo llano, más tarde o más temprano empieza a elevarse.
Porque cuando se logra lo máximo,
se revierte el proceso y la dirección del crecimiento,
en cambio, cuando se llega a lo mínimo, comienza el aumento progresivo.
Por eso, quien ha despertado a la Sabiduría de Tao,
sabe hasta dónde llegar, cuándo detenerse y cómo mantenerse equidistante
entre el exceso y el defecto.
Porque saber detenerse a tiempo, es el arte de la maestría taoísta.
Si se estira el arco más allá de lo máximo, el meditador se lesiona a sí mismo.
Si se afila la hoja de la espada más allá de la delgadez total,
la espada se vuelve inapropiada.
Y si se llena con agua caliente un tazón hasta el borde mismo,
no podrá evitarse quemar.
Porque los extremos se confunden y se mezclan tornándose parecidos.
Así la inteligencia suprema es parecida a la idiotez,
y la mente atontada asemeja iluminación;
porque lo más grande parece insignificante,
y lo más pequeño asemeja una enormidad.
Así es como el sabio parece mundano,
y el materialista asemeja una gran espiritualidad.
De este modo, la sabiduría de Tao recomienda
retroceder dos pasos para avanzar uno.
Porque tomar distancia renueva la perspectiva de la vida.
Pues actuar como si no se actuara,
es el modo de progresar por la Senda del Tao.
Este es el amado arte del Wei Wu Wei.
Ser sin ser, es estar en el Tao;
ser y no ser simultáneamente, es estar compenetrado e imbuido de Tao.
Y cuando amanece el estado de ni Ser ni No Ser,
es porque ha madurado la gran Trascendencia de Tao.

Cuando ya no hay deseo por meta alguna,
y se ha extinguido el apego por los resultados,
nada queda por hacer.
Este es el estadio de la acción que se asemeja a la inacción.
Entonces todo queda hecho sin que sea necesario hacer nada.
Cuando la obra está realizada, lo mejor es retirarse.
Cuando la Alquimia ya ha amanecido, lo mejor es partir.
Pero no hay a donde ir,
ya que no existe un camino de vuelta,
como tampoco existe un camino de ida.
En este estado de iluminación,
ya no hay ningún Tao que alcanzar, ni un Tao que realizar.
Lo que Es, siempre Fue, aun no siendo;
sin un antes ni un después.
Y lo que no es, jamás será, aun siendo.
Aceptar lo inescrutable de Tao,
que se proyecta más allá de la mente, más allá del sentimiento,
y más allá de toda conciencia,
es acomodarse sin sufrir al misterio impenetrable de la Existencia.
Porque el Tao no define su Origen,
pero refleja el Inteligente Orden de su Esencia.

El recorrido más largo comienza con un primer paso,
y la realización más trascendente se presenta en el entendimiento más básico.
Del mismo modo, la construcción más imponente,
se ha iniciado con un puñado de tierra.
Asimismo, el árbol más colosal ha surgido de una pequeña semilla.
Por lo tanto, quien es capaz de ver las cosas en su origen esencial,
es alguien que ha desarrollado los dotes de la claridad mental.
Lo insignificante es lo extraordinario,
y lo magnánimo es lo ordinario.
Captar la belleza de lo simple, es el principio de la felicidad.
Porque en lo pequeño estriba lo especial,
mientras que lo grande es la expresión de lo común.
Así, quien se da cuenta de todo, no entiende nada en profundidad;
y por el contrario, quien nada entiende, se encuentra más cerca de la Verdad.
Pues en lo minúsculo se halla el auténtico potencial,
mientras que lo mayúsculo es la fuente de todo extravío.
Quien se vence a sí mismo,
es más fuerte que quien vence a los demás.
Quien se autoconoce es más sabio que quien conoce al universo.
Quien se autorrealiza, vivencia más profundamente el Ser
que quien realiza al mundo.
Lo más delicado, sobrevive a lo bruto,
porque el espíritu Yin del Valle, nunca se agota;
por el contrario, hasta la energía Yang más poderosa tiene principio y fin,
pero la energía Yin es eterna.
Lo duro y rígido se parte,
lo blando y flexible permanece.
La mente obtusa no puede abrirse
y permanece encerrada en su propia tozudez;
asimismo, la mente amplia alcanza un nivel de pensamiento trascendente.
Quien aprecia la merced del movimiento circular,
y adopta el círculo en su propia mente, sentimiento y conciencia,
y así lo refleja en el plano físico, energético y psíquico,
logra desentrañar otra de las artes sagradas del taoísmo.
Quien madura la destreza del pensamiento redondo y flexible,
distante de todo propósito rectilíneo y rígido,
logra penetrar en la espiral ascendente de Tao
que desemboca en la espiritualidad más trascendente…
la cual carece de dogma y de toda institucionalidad.

Dice Chuang Tse en palabras de Hsiang Kuo,
la Enseñanza de Tao es la más trascendente
cuando deja de ser la Enseñanza de Tao,
de lo contrario se cristaliza y fermenta.
La Verdad Esencial no admite ningún estancamiento.
Y el Sendero Taoísta es la máxima realización
que pueda experimentar todo Ser Humano,
pero sólo cuando deja de ser un Sendero y cuando ya no es más un Camino,
de lo contrario se vuelve un movimiento detenido en sí mismo.
Tao es Movimiento permanente sin detención.
Por eso, Tao es lo más grande que existe
pero sólo cuando ya no es más Tao.
El Taoísmo es la disciplina más espléndida
pero sólo cuando el taoísta deja de considerarse como tal.
El mayor Taoísmo se expresa cuando ya no hay taoístas.
De lo contrario, no es más que un nombre
para otro mero rótulo que se le impone a la relatividad.
Si la maravillosa Sabiduría de Tao
no despierta la propia Sabiduría interior de cada Ser Humano,
entonces no es la maravillosa Sabiduría de Tao.
Si la Gran Enseñanza de Tao
no despierta al propio Maestro interior,
entonces no es la Gran Enseñanza.
Si la profunda comprensión de Tao no disuelve la dependencia al Tao,
entonces no es la iluminación de Tao, sino la ilusión de Tao.
Y aunque la ilusión de Tao es en definitiva, también Tao,
no es el Tao Supremo sino una absoluta ignorancia.
Porque la supremacía de Tao se encuentra,
justamente cuando Tao desaparece.
Por eso, quien se jacte de entenderlo, es quien más lo desconoce;
quien crea poseerlo, es el que está más desamparado;
quien piense que lo ha madurado, ese es el más inexperimentado;
quien considere que es un canal de Tao,
ese es el más desgraciado de los mortales.
Porque toda actitud soberbia y engreída
es al final aplastada por la magnificencia de la Verdadera Naturaleza de Tao.
Así también, toda arrogancia y petulancia
es devorada por la implacable Ley de Tao.
Cuando uno pretende merecer la Gran Justicia de Tao,
es cuando el Tao da la poderosa estocada final.
Quien vislumbra cabalmente esta ley,
jamás se siente defraudado porque nunca trata de sobresalir;
por el contrario, quien no la entiende,
sufre grandes decepciones, frustraciones y desilusiones.
Cuanto más se presume, mayor es la afección que se padece,
porque cuando hay ausencia de todo rasgo de humildad,
el ego se intoxica y el alma se avergüenza de sí misma.
Si no hay rastro de sincera autenticidad,
se fortalece la falsa máscara del ego y se autoinmola la Conciencia.

Entremedio de lo mucho y de lo poco,
en el balance de la acción y la pasividad,
en el equilibrio de lo fuerte y lo débil,
en la brecha luminosa que se abre entre el pensamiento y el sentimiento,
y en el estado consciente que se establece entre la materia y el espíritu,
se forja la Senda del Justo Medio,
fundamentado en el arte de la flexibilidad.
Quien puede expresar su sentimiento tan libremente como lo hace el viento,
quien puede distinguir entre el pensamiento estanco
y la espontaneidad de la energía viva,
quien es capaz de superar las razones del ego
para sintonizar la Esencia del Ser,
alcanza a madurar sin duda alguna el Sendero Medio de la autorrealización
que aborda la gran Plenitud de la inmensa Satisfacción Interior.

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