T e r c e r a
S e c c i ó n
Conocer la
Naturaleza de la Dualidad Complementaria,
es la mayor visión
que el taoísmo puede compartir
con todo buceador
de la Verdadera Esencia.
Porque conforme a
esta profunda comprensión de las contradicciones,
se alcanza la
Libertad Interior.
Esta maravillosa y
eminente Libertad del Tao
se sostiene gracias
a la posibilidad de emanciparse
de toda idea acerca
de Tao.
Esta es la primera
dualidad complementaria a comprender acabadamente.
Pues sin esto, el
taoísmo ancestral se desmoronaría
y pasaría a
constituir otra relativa observación más acerca del Camino.
Porque todo apego,
incluso hacia el Camino,
es en definitiva
fuente de egoísmo,
y todo egoísmo
ensombrece la Verdadera Naturaleza
que es dadivosa por
excelencia, ya que nada guarda para sí.
El acto de retener
para sí y el sentimiento de pertenencia
son aspectos
primitivos en el ser humano,
que distancian de
la Naturaleza Superior de Tao.
Por eso, si no se
dejan atrás los condicionamientos relativos al propio camino
es imposible
saborear la esplendorosa Libertad del Tao.
Pues en el
crecimiento progresivo de la Conciencia Expansiva,
los principios que
alguna vez señalaban el camino del autoconocimiento,
carecen de sentido
en el mismo instante de la autorrealización.
Por lo tanto,
apegarse a ellos sólo significaría estancarse.
Del mismo modo, el
sentimiento de amor es enturbiado
por el impulso
emotivo de la posesión,
ya que es una
actitud contraria a la Fuerza derivada del Despertar.
Y es por esto, que
cuanto más se desea poseer, más se sufre,
y cuanto más se
logra poseer, mayores son los temores que impiden vivir.
Lao Tse dice que el
excesivo patrimonio es imposible de proteger,
que incluso la más
mínima posesión lleva implícito el miedo a perderla.
Esta es la raíz que
conduce a perder la Libertad de Tao.
La ambición que
genera ansias de posesión
es un desequilibrio
que genera innumerables enfermedades.
Ya sea que se trate
de un sentimiento posesivo hacia las personas,
por los objetos o
hacia el propio pensamiento filosófico o religioso,
es la causa que
gesta la declinación de la Libertad de Tao.
El sometimiento a
toda estructura por altruista que fuera,
es la muerte de la
Conciencia libre e incondicional.
Por eso, el Camino
que puede ser señalado,
apunta a un camino
superficial,
mientras que el
Verdadero Camino no puede ser señalado de modo alguno.
Porque el recorrido
final del auténtico Sendero o Tao,
sólo puede ser
precisado una vez que ya se ha transitado y no antes.
Así, ¿cómo es
posible determinarlo previamente?
La senda que puede
ser representada no es la Verdadera Senda Esencial,
porque la sublime
Senda de Tao carece de toda rotulación.
Incluso decir que
es la Sublime Senda de Tao,
distancia
abismalmente de lo Real.
Es el propio
Sendero recorrido a Conciencia,
libre de toda
atadura con el pasado, lo que hace de él un Verdadero Camino,
por el contrario,
aun el Gran Sendero de la Existencia,
si es transitado
inconscientemente inmerso en el apego,
no es más que un
laberinto o un mero callejón sin salida.
De todos modos,
conforme a la Libertad de Tao,
aun sumido en la
inconsciencia existen grandes posibilidades de Despertar,
porque incluso el
adormecimiento
es otra expresión
de la Existencia Esencial de Tao.
Por lo tanto, puede
transitarse un camino sin apegarse a él;
pueden afirmarse
ciertas ideas sin necesidad de esclavizarse a ellas;
puede amarse a una
persona sin manipularla como posesión;
y pueden
disfrutarse mucho más las cosas si no se intenta adueñarse de ellas.
Pero esto no
significa que la autorrealización se fundamente en la carencia,
porque se trata de
Libertad y no de esclavitud.
No obstante, quien
está predispuesto a tomar Conciencia,
puede extraer aun
de los períodos más oscuros,
profundas
enseñanzas que motivan el crecimiento interior.
Esta es la razón
por la cual
todos los problemas
en la vida tienen una salida…
el problema es
hallarla.
Porque
generalmente, para encontrar una solución real,
hay que abandonar
toda lucha,
pero también es
cierto que para lograrlo a veces hay que luchar.
Es que en
definitiva,
todo ser humano
debe vivir y morir por algo,
porque quien no
vive ni muere por algo,
vive y muere vacío;
aunque muchas veces
ese algo es vacío,
y otras pocas, ese
vacío es algo.
El límite entre uno
y otro es una delgada línea de Conciencia,
porque al fin y al
cabo,
el mayor
impedimento o la mayor posibilidad,
resulta ser uno
mismo, nada más ni nada menos;
al punto de que
tanto el mayor obstáculo como el portal abierto al máximo
se encuentra dentro
de cada uno.
De este modo, el
inconveniente mayúsculo no es la naturaleza de las cosas,
el problema no es
el formato de las cosas que se presentan tal cual son,
sino que, la
gravedad de todo el asunto radica en la propia obstinación,
en el egoísmo, en
la obsesión, en la distorsionada percepción,
en la falta de
amplitud y en la rigidez de los conceptos.
Por lo tanto,
comprender que la raíz del problema
está en uno y no en
el afuera,
ayuda notablemente
al proceso de encontrar la solución para resolverlo.
Porque en la vida,
quien sabe perder, gana mucho,
pues de lo
contrario, quien queda atrapado en las redes del ego exitoso,
no conoce nunca la
victoria.
Así, el ego, es lo
primero que hay que perder.
Quien lo fortalece
se pierde a sí mismo, quien lo debilita conoce la Esencia.
Quien poco tiene,
puede avanzar mucho,
y quien se apega a
los objetos le resulta penoso remolcarlos.
De este modo, quien
sabe andar liviano no conoce el fracaso.
Cuanto más se
pretende, menos se alcanza,
entonces, más cosas
hacen falta.
Cuanto más se
desea, tanto más se aleja.
Pero al sentirlo
distante, más se aproxima.
Lao Tse menciona
tres modos de entender el Tao.
Así, hay quienes se
conforman con vivir soñando que han despertado,
pero siguen
durmiendo;
no obstante, están
aquellos que ni siquiera sueñan con el Despertar,
por eso viven como
si estuvieran muertos.
Sin embargo,
existen unos pocos entre cientos de miles de personas,
que han superado el
tremendo miedo a la Iluminación,
y bien Despiertos,
viven auténticamente lo que sienten,
sin rendirle
cuentas a nadie y sin dejarse afectar
por el dedo
acusador de la crítica.
El sabio de Tao
sabe que, cuanto más se apetece tanto más se carece.
Porque todo anhelo
es ilusión, y toda idealización es mera fantasía.
El deseo es el
sueño de quien aun se encuentra dormido.
Así, cuanto más se
pide, menos se consigue;
y a mayor
exigencia, mayor es la ausencia.
Cuanto más en
detalle se observa lo bueno, más se distingue lo malo.
Así el
perfeccionismo mata el incalculable potencial.
Quien pide y exige
lo bueno, es porque nunca lo ha vivido.
Quien lo vive, se
encuentra satisfecho.
Y quien está
satisfecho, ya no pretende nada en particular.
La exigencia es
causa de angustia,
porque quien exige
se encuentra en un estado de inconformidad.
Entonces, cuanto
más inconforme se está con uno mismo,
más exigente y
perfeccionista trata uno de ser con los demás.
Por eso, quien se
exige, se perfecciona y se cultiva,
deviene en una mera
cáscara vacía.
El Sabio de Tao,
sin esfuerzo alguno, alcanza la maestría naturalmente.
Porque el Tao quita
al que acumula por demás,
ya sea que se trate
de objetos, conocimientos, o lo que fuera;
y el Tao da a quien
es moderado y se mantiene en la frugalidad,
y ofrece mucho más
a quien sabe contentarse.
Comprender este
principio significa aprender a esgrimir
la llave de la
riqueza interior.
Quien sabe aceptar,
alcanza fácilmente la satisfacción,
mientras que, quien
no acepta, se encuentra siempre insatisfecho.
Quien lucha consigo
mismo, ya está vencido desde el comienzo,
mientras que, quien
se acepta plenamente, ya ha triunfado.
Quien anhela
cambiar la naturaleza de las cosas,
se encamina hacia
la frustración,
pero quien acepta
plácidamente el devenir natural de todo acontecimiento,
se establece en un
estado de Conciencia superior.
Quien pretende
mayores beneficios, los pierde todos,
mientras que, quien
renuncia a ellos, los multiplica.
Quien codicia
atención, se esclaviza,
pero quien hace
servicio se libera.
Porque quien da de
sí mismo, obtienemucho más;
y cuanto más da,
más tiene.
El Tao es un
Misterio Divino.
Su Naturaleza
insondable es un enigma.
Por eso, quien
busca ávidamente, se pierde inexorablemente;
y quien no busca
nada, se encuentra a sí mismo.
Porque cuanto más
se apremia el sondeo infructuoso,
más se enreda el
alma en un laberinto interminable.
Por el contrario,
quien es capaz de saciar sus ansias de búsqueda
y es capaz de
serenar su voracidad de consumo, en el marco de una disciplina,
puede centrarse
firmemente en su núcleo interno de gran Paz.
No obstante, el
conocedor de las leyes de Tao sabe que,
quien alcanza la
cumbre, comienza a declinar,
y quien desciende a
lo llano, más tarde o más temprano empieza a elevarse.
Porque cuando se
logra lo máximo,
se revierte el
proceso y la dirección del crecimiento,
en cambio, cuando
se llega a lo mínimo, comienza el aumento progresivo.
Por eso, quien ha
despertado a la Sabiduría de Tao,
sabe hasta dónde
llegar, cuándo detenerse y cómo mantenerse equidistante
entre el exceso y
el defecto.
Porque saber
detenerse a tiempo, es el arte de la maestría taoísta.
Si se estira el
arco más allá de lo máximo, el meditador se lesiona a sí mismo.
Si se afila la hoja
de la espada más allá de la delgadez total,
la espada se vuelve
inapropiada.
Y si se llena con
agua caliente un tazón hasta el borde mismo,
no podrá evitarse
quemar.
Porque los extremos
se confunden y se mezclan tornándose parecidos.
Así la inteligencia
suprema es parecida a la idiotez,
y la mente atontada
asemeja iluminación;
porque lo más
grande parece insignificante,
y lo más pequeño
asemeja una enormidad.
Así es como el
sabio parece mundano,
y el materialista
asemeja una gran espiritualidad.
De este modo, la
sabiduría de Tao recomienda
retroceder dos
pasos para avanzar uno.
Porque tomar
distancia renueva la perspectiva de la vida.
Pues actuar como si
no se actuara,
es el modo de
progresar por la Senda del Tao.
Este es el amado
arte del Wei Wu Wei.
Ser sin ser, es
estar en el Tao;
ser y no ser
simultáneamente, es estar compenetrado e imbuido de Tao.
Y cuando amanece el
estado de ni Ser ni No Ser,
es porque ha
madurado la gran Trascendencia de Tao.
Cuando ya no hay
deseo por meta alguna,
y se ha extinguido
el apego por los resultados,
nada queda por
hacer.
Este es el estadio
de la acción que se asemeja a la inacción.
Entonces todo queda
hecho sin que sea necesario hacer nada.
Cuando la obra está
realizada, lo mejor es retirarse.
Cuando la Alquimia
ya ha amanecido, lo mejor es partir.
Pero no hay a donde
ir,
ya que no existe un
camino de vuelta,
como tampoco existe
un camino de ida.
En este estado de
iluminación,
ya no hay ningún
Tao que alcanzar, ni un Tao que realizar.
Lo que Es, siempre
Fue, aun no siendo;
sin un antes ni un
después.
Y lo que no es,
jamás será, aun siendo.
Aceptar lo
inescrutable de Tao,
que se proyecta más
allá de la mente, más allá del sentimiento,
y más allá de toda
conciencia,
es acomodarse sin
sufrir al misterio impenetrable de la Existencia.
Porque el Tao no
define su Origen,
pero refleja el
Inteligente Orden de su Esencia.
El recorrido más
largo comienza con un primer paso,
y la realización
más trascendente se presenta en el entendimiento más básico.
Del mismo modo, la
construcción más imponente,
se ha iniciado con
un puñado de tierra.
Asimismo, el árbol
más colosal ha surgido de una pequeña semilla.
Por lo tanto, quien
es capaz de ver las cosas en su origen esencial,
es alguien que ha
desarrollado los dotes de la claridad mental.
Lo insignificante
es lo extraordinario,
y lo magnánimo es
lo ordinario.
Captar la belleza
de lo simple, es el principio de la felicidad.
Porque en lo
pequeño estriba lo especial,
mientras que lo
grande es la expresión de lo común.
Así, quien se da
cuenta de todo, no entiende nada en profundidad;
y por el contrario,
quien nada entiende, se encuentra más cerca de la Verdad.
Pues en lo
minúsculo se halla el auténtico potencial,
mientras que lo
mayúsculo es la fuente de todo extravío.
Quien se vence a sí
mismo,
es más fuerte que
quien vence a los demás.
Quien se autoconoce
es más sabio que quien conoce al universo.
Quien se
autorrealiza, vivencia más profundamente el Ser
que quien realiza
al mundo.
Lo más delicado,
sobrevive a lo bruto,
porque el espíritu
Yin del Valle, nunca se agota;
por el contrario,
hasta la energía Yang más poderosa tiene principio y fin,
pero la energía Yin
es eterna.
Lo duro y rígido se
parte,
lo blando y
flexible permanece.
La mente obtusa no
puede abrirse
y permanece
encerrada en su propia tozudez;
asimismo, la mente
amplia alcanza un nivel de pensamiento trascendente.
Quien aprecia la
merced del movimiento circular,
y adopta el círculo
en su propia mente, sentimiento y conciencia,
y así lo refleja en
el plano físico, energético y psíquico,
logra desentrañar
otra de las artes sagradas del taoísmo.
Quien madura la
destreza del pensamiento redondo y flexible,
distante de todo
propósito rectilíneo y rígido,
logra penetrar en
la espiral ascendente de Tao
que desemboca en la
espiritualidad más trascendente…
la cual carece de
dogma y de toda institucionalidad.
Dice Chuang Tse en
palabras de Hsiang Kuo,
la Enseñanza de Tao
es la más trascendente
cuando deja de ser
la Enseñanza de Tao,
de lo contrario se
cristaliza y fermenta.
La Verdad Esencial
no admite ningún estancamiento.
Y el Sendero
Taoísta es la máxima realización
que pueda
experimentar todo Ser Humano,
pero sólo cuando
deja de ser un Sendero y cuando ya no es más un Camino,
de lo contrario se
vuelve un movimiento detenido en sí mismo.
Tao es Movimiento
permanente sin detención.
Por eso, Tao es lo
más grande que existe
pero sólo cuando ya
no es más Tao.
El Taoísmo es la
disciplina más espléndida
pero sólo cuando el
taoísta deja de considerarse como tal.
El mayor Taoísmo se
expresa cuando ya no hay taoístas.
De lo contrario, no
es más que un nombre
para otro mero
rótulo que se le impone a la relatividad.
Si la maravillosa
Sabiduría de Tao
no despierta la
propia Sabiduría interior de cada Ser Humano,
entonces no es la
maravillosa Sabiduría de Tao.
Si la Gran
Enseñanza de Tao
no despierta al
propio Maestro interior,
entonces no es la
Gran Enseñanza.
Si la profunda
comprensión de Tao no disuelve la dependencia al Tao,
entonces no es la
iluminación de Tao, sino la ilusión de Tao.
Y aunque la ilusión
de Tao es en definitiva, también Tao,
no es el Tao
Supremo sino una absoluta ignorancia.
Porque la
supremacía de Tao se encuentra,
justamente cuando
Tao desaparece.
Por eso, quien se
jacte de entenderlo, es quien más lo desconoce;
quien crea poseerlo,
es el que está más desamparado;
quien piense que lo
ha madurado, ese es el más inexperimentado;
quien considere que
es un canal de Tao,
ese es el más
desgraciado de los mortales.
Porque toda actitud
soberbia y engreída
es al final
aplastada por la magnificencia de la Verdadera Naturaleza de Tao.
Así también, toda
arrogancia y petulancia
es devorada por la
implacable Ley de Tao.
Cuando uno pretende
merecer la Gran Justicia de Tao,
es cuando el Tao da
la poderosa estocada final.
Quien vislumbra
cabalmente esta ley,
jamás se siente
defraudado porque nunca trata de sobresalir;
por el contrario,
quien no la entiende,
sufre grandes
decepciones, frustraciones y desilusiones.
Cuanto más se
presume, mayor es la afección que se padece,
porque cuando hay
ausencia de todo rasgo de humildad,
el ego se intoxica
y el alma se avergüenza de sí misma.
Si no hay rastro de
sincera autenticidad,
se fortalece la
falsa máscara del ego y se autoinmola la Conciencia.
Entremedio de lo
mucho y de lo poco,
en el balance de la
acción y la pasividad,
en el equilibrio de
lo fuerte y lo débil,
en la brecha
luminosa que se abre entre el pensamiento y el sentimiento,
y en el estado
consciente que se establece entre la materia y el espíritu,
se forja la Senda
del Justo Medio,
fundamentado en el
arte de la flexibilidad.
Quien puede
expresar su sentimiento tan libremente como lo hace el viento,
quien puede
distinguir entre el pensamiento estanco
y la espontaneidad
de la energía viva,
quien es capaz de
superar las razones del ego
para sintonizar la
Esencia del Ser,
alcanza a madurar
sin duda alguna el Sendero Medio de la autorrealización
que aborda la gran
Plenitud de la inmensa Satisfacción Interior.
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