En una
charla que tuve con Tsunkuen Ma acerca de sus escritos y los míos, en cuanto a
promover y difundir su obra, me dijo que, en relación a mis escritos, tendría
que salvar algunas vidas de la misma manera que él me la había salvado a mí (¿?).
En ese momento sin dudar lo entendí como algo metafórico, aunque en mi juventud
llevaba una vida sin rumbo y un tanto desordenada, o, mejor dicho, descontrolada,
por lo que también supuse que sería eso a lo que el maestro se refería, al
haberme ayudado a través de sus discípulos y él personalmente, a encontrar mi
camino en plena adolescencia.
Claro,
entendía su misión pero descreía de la mía, sus palabras me parecieron demasiado
grandes para mí. Resulta que al final, de acuerdo al relato del post anterior
que compartí con ustedes, el maestro Ma no sólo me tiró un salvavidas en lo
espiritual cuando era un adolescente, o metafóricamente hablando, sino que, además,
me salvó la vida literalmente.
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¿No es poca
cosa, no, deberle a tu maestro la propia vida física terrenal y el sentido de
vida que me dio en plena adolescencia?, ¿cómo no amarlo entonces?, ¿cómo no
deberme a él por su inmensa generosidad?, de no hacerlo sería una persona
ingrata, desagradecida, y peor aún... ciega.
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A Tsunkuen
Ma le debo una de las varias vidas que perdí en este ciclo y que, en este caso,
recuperé gracias a él. Lo que aprendí de Taichi, lo aprendí de Tsun Kuen Ma, no
me cayó del cielo, no lo encontré en un paquete detrás de la puerta, no, él con su
amor y su corazón, con su arte y sapiencia, me lo compartió. GRACIAS MAESTRO!!!!
Y hago
extensivo este agradecimiento a todas y todos, sus discípulas y discípulos, que
también incidieron directa e indirectamente sobre mi formación.
GRACIAS A
TODOS LOS CAMINANTES!!!!
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