domingo, 29 de marzo de 2020

Cuentos de Oriente y Cuentos Chinos

Sucedió hace muchísimo tiempo ...

La Cenicienta China del Yuyang Tsatsu
de Tuan Ch´eng Shin 
Comentarios y traducción por Lin Yutang

Esta es la primera historia que se conoce en el mundo. La historia de la cenicienta es una de las más conocidas en todo el mundo, y cientos de versiones han sido coleccionadas y estudiadas y comparadas por los eruditos Marion Rolfe Cox, Cinderella, Three Hundred and Forty-five Variants. No obstante, de acuerdo con el Profesor R. D. Jameson, una autoridad en este tópico en el Lejano Oriente, que me ha contestado bondadosamente sobre el tema, ésta (la versión) es muy anterior a la versión occidental de Des Perriers en su Nouvelles Recreatinos et Iojeux Devis, Lyon 1558, anticipándola en unos 700 años. La versión china es del Yuyang Tsatsu, un libro de historias horripilantes y sobrenaturales, como así también de conocimientos históricos, escritas por Tuan Ch´eng Shin, que murió en 863. La historia le fue contada por un viejo sirviente de su familia que había estado en Yungchow (moderna Nanning), en Kwangsi, y que provenía de la gente de las cavernas (aborígenes) de este distrito. Tuan era el hijo de un primer Ministro y un erudito, y en el Yuyang Tsatsu, en muchos casos, pudo establecer el origen de ciertas narraciones chinas como provenientes de los Clásicos Budistas, porque en la novena centuria las historias budistas supernaturales eran bien conocidas y populares en China. No obstante, se ha dicho que esta historia se transmitió en un principio de generación en generación por cenicienta, y Nanning se halla muy próxima a la Indo-China. En respuesta a mi pregunta de si esta versión podría provenir de la India, el Profesor Jameson dijo: “Basándome en las evidencias que tengo, por lo menos, la versión más antigua está impresa en chino. Conocemos muy poco del proceso de la imaginación humana y existen demasiados lugares en el mapa folklórico del Asia que no han sido explorados, lo que justifica, a mi parecer, todas las especulaciones”. Lo que más asombra de esta versión china es que contiene todos los elementos de la tradición eslava donde el amigo animal es una característica importante; y la tradición germana, donde la pérdida de un zapato en el baile es la característica más importante. La madrastra y hermanastras crueles son típicas en ambas.

... Había una vez, antes de la época de Ch´in (222-206 a. J.C.) y de Han, un jefe de una caverna de la montaña a quien los nativos llamaban el Jefe de la Caverna Wu, desposó a dos mujeres, una de las cuales murió dejándole una tierna hijita llamada Yeh Hsien. La niña era muy inteligente, como también muy hábil para trabajar el oro, y su padre la quería muchísimo, pero cuando falleció fue maltratada por su madrastra y a menudo forzada a cortar leña y enviada a lugares peligrosos para sacar agua de pozos profundos.
Cierto día, Yeh Hsien tomó un pez de más de dos manos de largo con aletas rojas y ojos dorados y lo llevó a su casa y lo colocó en una vasija con agua. Cada día crecía más y más hasta que finalmente no cabía más en la vasija y entonces lo colocó en una fuente que había en la parte trasera de la casa. Yeh Hsien solía alimentarlo con lo que sobraba de sus magras raciones. Cuando se acercaba a la fuente, el pez subía a la superficie y apoyaba su cabeza en el borde, pero si algún otro se acercaba entonces se sumergía y no volvía a aparecer. Este curioso comportamiento fue observado por la madrastra, quien esperó que el pez subiera sin que éste lo hiciera en ningún momento. Un día valiéndose de una triquiñuela dijo a la niña: “¿No estás cansada de trabajar? Te compraré un nuevo vestido”. Entonces hizo que Yeh Hsien se desvistiera y la envió a una distancia de muchos li para sacar agua de otro pozo. Se puso entonces la madre las ropas de Yeh Hsien y escondiendo un agudo cuchillo en su manga fue derecho a la fuente y llamó al pez. Cuando el pez asomó su cabeza fuera del agua lo mató. El pez tenía en ese entonces diez pies de largo, y cuando fue cocinado tenía un sabor mucho mejor que cualquier otro pez. Y la madrastra enterró sus huesos en un estercolero.
Al día siguiente, Yeh Hsien volvió y cuando se acercó a la fuente, encontró que el pez había desaparecido. Corrió entonces al bosque para llorar su desdicha, cuando un hombre con sus cabellos despeinados y sus ropas rotosas descendió del cielo, y la confortó diciéndole. “No llores. Tu madrastra ha matado al pez, y sus huesos se hallan enterrados en el estercolero. Cualquier cosa que desees, ruega por ella, y tu deseo será concedido”. Yeh Hsien siguió su consejo y no tardó mucho tiempo en que tuviera joyas y oro y telas tan hermosas que hubieran deleitado el corazón de cualquier doncella.
La noche de la fiesta en la caverna se ordenó a Yeh Hsien que se quedara en la casa para vigilar el huerto con los frutales. Cuando la abandonada niña vio que su madrastra se hallaba a larga distancia se vistió con una túnica de seda verde y la siguió a la caverna. Su hermanastra, que la había reconocido, se volvió hacia su madre diciéndole: “¿No es esa niña extrañamente parecida a mi hermana mayor?”. La madrastra también pareció reconocerla. Cuando Yeh Hsien se dio cuenta de sus miradas se alejó corriendo pero en su apuro dejó caer una de sus sandalias, que cayó en manos de la gente de la caverna.
Cuando la madrastra volvió al hogar, encontró a su hijastra durmiendo con sus brazos alrededor de un gran árbol. Así que desechó los pensamientos que había tenido (acerca de la identidad de la dama tan finamente ataviada).
Cerca de las cavernas había un pequeño reino en una isla llamado T´o Huan. Por medio de su fuerte ejército gobernaba a una docena de islas, y sus aguas territoriales cubrían varios li. Y fue por eso que el pueblo de las cavernas vendió la sandalia al reino de T´o Huan, donde consiguió llegar a ser vista por el rey. Hizo entonces el rey que las mujeres de su casa se la probaran pero era una pulgada más corta aún para la que poseía los pies más pequeños. Hizo entonces que todas las mujeres del reino se la probaran, pero ninguna pudo calzarla.
Sospechó entonces el rey que los hombres de las cavernas hubieran obtenido la sandalia de fuentes dudosas y los encarceló y los torturó. Pero esas almas infortunadas no pudieron decir de dónde provenía la sandalia. Finalmente, fue colocada en el camino y se enviaron correos a todas las casas para que arrestaran a cualquiera que tuviera la otra sandalia. Y el rey se encontraba muy asombrado.
Se revisó la casa y se encontró a Yeh Hsien. Se hizo que se probara la sandalia y se encontró que la misma calzaba perfectamente. Apareció entonces ella con las sandalias puestas y su túnica de seda verde, resplandeciente como una diosa. Se comunicó el hallazgo al rey quien hizo traer a Yeh Hsien a su hogar en la isla, conjuntamente con los huesos del pez.
Después que Yeh Hsien hubo dejado la caverna, la madrastra y hermanastras fueron muertas por piedras que les fueron arrojadas. El pueblo de las cavernas se compadeció de ellas y las enterraron en un pozo y erigieron una tumba con una inscripción que decía: “La tumba de la mujer arrepentida”. El pueblo de las cavernas las adoró entonces como diosas que procuran matrimonio y cuando les solicitaban un favor de esa naturaleza, les era siempre concedido.
El rey volvió a la corte e hizo de Yeh Hsien su primera esposa. Pero durante el primer año de matrimonio pidió a los huesos del pez tanto oro, jade y joyas que éstos se negaron a suministrar. Llevó entonces los huesos y los enterró junto al mar con cien sacos llenos de perlas con bordes de oro. Cuando sus soldados se revelaron contra él, fue al lugar pero las mareas los habían llevado y nunca se volvieron a encontrar hasta el día de hoy. Esta historia me fue contada por un viejo sirviente de mi familia, Li Shingyün. Proviene del pueblo de las cavernas de Yungchiow y recuerda muchas extrañas historias del Sur.

Sabiduría China - Ed. Biblioteca Nueva Bs. As.

... que la madre de Zhai Youngling era una devota budista. Para demostrarlo, pasaba todo el día recitando los sutras. Cierta vez, su hijo Youngling la llamó intencionalmente.
-Aquí estoy -respondió la rezandera, sin moverse y continuó en sus plegarias.
Unas horas después el joven la volvió a llamar y la respuesta fue la misma. Pero entrada la noche, la madre se disgustó:
-¿Acaso no me ves? ¿Para qué me llamas sin cesar?
-Apenas te he llamado tres o cuatro veces y ya estás molesta conmigo; ¿qué cólera tendrá el Buda, a quien llamas durante todo el día?



Un guerrero, un samurai, fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó: "¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar?".
Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: la vida y la muerte. El no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber dónde estaban las puertas, para poder evitar la del infierno y entrar en el cielo. Hakuin le respondió de un amanera que sólo un guerrero podía haber entendido.
"¿Quién eres?", le preguntó Hakuin.
"Soy un samurai", le respondió el guerrero. En Japón, ser un samurai es algo que da mucho prestigio. Quiere decir que se es un guerrero perfecto, un hombre que no dudaría un segundo en arriesgar su vida. "Soy un samurai, un jefe de samuráis. Hasta el Emperador mismo me respeta", dijo.
Hakuin se rió y contesto: "¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo".
El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para qué había venido. Saco su espada y ya estaba a punto de matar a Hakuin cuando éste le dijo": Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, te abren la puerta".
Esto es lo que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y Hakuin dijo: Aquí se abren las puertas del cielo".
El cielo y el infierno están dentro de ti. Ambas puertas están dentro de ti. Cuando te comportas de forma inconsciente, estás a las puertas del infierno; cuando estás alerta y consciente estas en las puertas del cielo.
La mente es el cielo, la mente es el infierno y la mente tiene la capacidad de convertirse en uno de ellos. Pero la gente sigue pensando que existe en alguna parte, fuera de ellos mismos… El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se abren…en un segundo se puede ir del infierno al cielo, del cielo al infierno.




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