domingo, 6 de junio de 2021

La Triple Familia Alquímica (II)

“Cuando Lao Tse habla de ese estado tan trascendente en el Tao Te King, lo describe de manera extraordinaria, dice: “Es el Misterio de los misterios, es la Madre de los misterios”.  Y tanto Chuang Tse como Hsiang Hsiu dice: “Es el Hsuan Hsueh  < el conocimiento oscuro >”.

Extracto del Libro:  “Shamanismo Taoísta”

Capítulo: -La Triple Familia Alquímica-

Este estado de inconmensurable trascendencia es cabalmente asimilado a partir del entendimiento de la Triple Familia, su Fusión y superación.

La Filosofía Taoísta anterior a Lao Tse, precisamente la de Yang Chu (claro que también la de Lao Tse inclusive), la de Chuang Tse, Lie Tse, Wang Pi, Hsiang Hsiu y Kuo Hsiang, entre otros, se trata de un pensamiento demoledor, y en segundo lugar, desconcertante.

Sólo hace falta leer un poco acerca de las concepciones de Yang Chu para darse cuenta hasta que punto la filosofía de Tao se inicio bajo conceptos antifilosóficos, antisociales, anticulturales y anticientíficos, entre otras cualidades;  pero si se entienden estos rótulos como un intento de contradecir los conocimientos establecidos, se los entiende muy mal, porque en realidad con este pensamiento se trata de apuntar a una más elevada filosofía, a una mejor sociedad, a una cultura más natural y a una ciencia más trascendente, y el “anti” que antecede a cada uno de estos valores sólo nos recuerda las falencias y las brechas que presentan desde sus posturas totalitarias.

Por lo tanto, esto de la antifilosofía viene a ser como un balance para el exceso de autoridad que han venido arrogándose los partidarios de estas disciplinas a lo largo del tiempo.  Y para ello, esta antifilosofía y anticiencia, ha dado a luz una cantidad de principios aparentemente novedosos, y digo aparente porque no son nada nuevos ya que las leyes que destaca este conocimiento han sido observadas en el mismo seno de la vida en su interacción existencial.

De esta manera al decir “anti” sólo estamos significando una realidad que no se quiere ver, sobre todo porque molesta al poder establecido, es decir, el “anti” se refiere a ese conocimiento del cual no se quiere hablar.

Ningún sistema quiere dar marcha atrás en sus conjeturas, ningún camino quiere aceptar que no es un camino, ningún saber quiere reconocer que no es saber, ninguna religión no quiere asumir que no religa.  Nadie está preparado para entender que en esto del Ser Esencial todo lo que se haga y se diga es una interferencia.

Aquí es donde entra la antifilosofía y la anticiencia taoísta, pero cuando menciona cuáles son sus principios y leyes, pocos están dispuestos a oír.

Porque se trata de conceptos demoledores ya que barren con los criterios acomodados a los intereses creados, y son desconcertantes sobre todo cuando las personas se aferran a sus propias ideas.

Muchos estudiantes de alquimia se sorprenden cuando aprenden las leyes que rigen el Tao.  Y preguntan ¿cómo es posible que en este camino haya que asimilar tantos conocimientos para madurar el no-conocimiento?  ¿Por qué hay que avanzar hasta el tercer nivel si a partir de allí se emprende el regreso hacia el primero?  ¿Por qué estamos aprendiendo a distinguir lo que es el Tao cuando se nos dice que todo lo que se discierna acerca de él nos aleja más y más?  ¿Por qué hemos de llegar hasta la más esplendorosa armonía de Tao para después abandonarla?  ¿Por qué, entonces, todo este gran movimiento hacia la trascendencia esencial, si al final el Tao nos ha de revelar que su esencialidad siempre ha estado inmersa en la profundidad de cada ser de esta existencia?

Así es la “marcha” hacia el verdadero Tao.  Primero se inicia desde un desconocimiento, luego se prosigue por el entendimiento de un conocimiento superior, después de esto se entra en una tercera etapa de profunda asimilación comprendida como Sabiduría de Tao.  La cuarta etapa se caracteriza por el proceso reactivo de la Sabiduría de Tao que lleva a desaprender todo lo aprendido hasta el mismísimo punto de olvidarse de todas las enseñanzas taoístas.  La última fase de este Camino es la quinta etapa donde lo único que hay que lograr, experimentar y vivenciar, es olvidarse de que se han olvidado las enseñanzas taoístas.

Sin estas cinco etapas no hay Tao.  Podrá haber cualquier cosa, pero no Tao.  Este es el Principio de Yang Chu, es el principio de Lao Tse, de Chuang Tse, de Lie Tse, de Wang Pi, pero sobre todo, de los neotaoístas Hsiang Hsiu y de Kuo Hsiang.

Este es el “Hsuan Hsueh” de Hsiang Hsiu y el “Misterio” de Lao Tse.

Repitamos una vez más los niveles en el progreso de la vivencia de la filosofía y alquimia taoísta, a saber:

1º Nivel: Primero se inicia desde un desconocimiento.

2º Nivel: Luego se prosigue por el entendimiento de un conocimiento superior.

3º Nivel: Después de esto se entra en una tercera etapa de profunda asimilación comprendida como Sabiduría de Tao.

4º Nivel: La cuarta etapa se caracteriza por el proceso reactivo de la Sabiduría de Tao que lleva a desaprender todo lo aprendido hasta el mismísimo punto de olvidarse de todas las enseñanzas taoístas.

5º Nivel: La última fase de este Camino es la quinta etapa donde lo único que hay que lograr, experimentar y vivenciar, es olvidarse de que se han olvidado las enseñanzas taoístas.

Así es el camino de Tao, lo que destaca una condición de ausencia de estructuras conducentes al apego y al fanatismo, y una amplitud que promueve a la liberación desde los primeros pasos dados en este sendero y de los niveles realizados.

Es la estructura de la no-estructura.  Es el camino del no-camino.

Claro que también se evidencian otros principios, como por ejemplo la imposibilidad de retornar de algo, si primero no se ha ido hacia ese algo;  o la imposibilidad de trascender una idea, si primero no se la ha formado.

Si se pretendiera volver antes de llegar o desechar una idea sin haberla madurado, no sería regresar de nada ni desechar algo en absoluto.

Asimismo, la concepción del gran alquimista taoísta Li Chao Chung, tanto como la de Wu Tí o la de Wei Po Yang, acerca del proceso acabado de los Ciclos Bioenergéticos, Psíquicos y Espirituales de toda materia inerte o forma orgánica, es verdaderamente perturbadora para la mente racional occidental, más precisamente cuando no se está preparado para desprenderse de ideas, prejuicios y conceptos anteriores, viejos y caducos desde la perspectiva revolucionaria del enfoque alquímico taoísta.

Resulta que toda esta Sabiduría ancestral es completamente nueva para la conciencia que intenta asimilarla, y no es nada parecida a todo lo conocido.

Y advierto que si la filosofía del Tao filosófico, práctico y alquímico no es perturbador en algún sentido, no estamos ante los verdaderos principios del taoísmo antiguo, sino, ante una distorsión de esta filosofía adaptada a la idiosincrasia del entretenimiento light o new age de estos tiempos modernos;  por lo que, fatalmente, muere el espíritu inquietante que moviliza a este proceso transformador para convertirse en una mera vitrina de las falacias humanas acomodadas a un manipuleado seudo taoísmo que las promueve.

Entonces el positivismo, el que todo está bien, el decir que el Tao está en todo, que la felicidad está en uno, el concepto que no hace falta hacer nada, etc. etc. se vuelven condicionantes estériles que matan la realización verdadera por una destiña tintura con la que se decoran y se ensalzan quienes están destinados irremediablemente al sufrimiento de su propia ignorancia.

Esto es lo que ha generado una sociedad de individuos endiosados a sí mismos como baluartes de los dones celestiales o del saber cósmico o del entendimiento trascendental, y la realidad lamentable en la que se vive demuestra la inexorable decadencia de los valores sensibles y espirituales.

No existe en la historia de la auto Realización sabio alguno o auténtico alquimista que prefiera la imperturbabilidad de las creencias erróneas que surgen del temor a contradecir las ilusiones maquinadas, que la turbulencia o el devaneo y las dudas que genera la conciencia de los límites que entraña todo concepto, postura o camino condicionante.

Sabiendo esto, téngase en cuenta que las leyes que explica la filosofía alquímica taoísta son sumamente perturbadoras cuando quien se acerca a esta alquimia no puede liberarse de sus prejuicios basados en razonamientos acomodados a su propia incapacidad de captar los principios más profundos.  Que aunque se acomoden a la vida rutinaria de todos los días no puede ajustarse a la visión nueva que desencadena la transformación alquímica de Tao.

Por lo tanto, saber que el fin último al que se dirige este proceso de transmutación es el mismísimo principio, puede ser desalentador para la mente posesiva que sólo comprende en función de su posesividad, pues se sobre entiende que hacia adelante se conquista mientras que hacia atrás se renuncia a todo logro alcanzable.

Lo mismo sucede en este camino al saberse que el vacío o el vaciarse de todo contenido es la meta de este trayecto, y no como a veces se supone que es llenarse de conceptos, de más ideas y acumular conocimiento e información, como se esperaría de cualquier otro estudio normal.

El propósito de la metodología taoísta ancestral es madurar la realidad esencial del no-rótulo y del no-concepto, de la no-palabra y del no-pensamiento, aunque esto incomode al establishment de la intelligentsia planetaria que ha difundido la mentalidad académica vanguardista de acumulación de teorías.

De este modo (como bien explicamos en la teorigrafía anterior), se abre un universo de majestuoso horizonte desbordante de leyes que el común denominador no se anima ni siquiera a mirar de reojo;  tales como la ley que entrona el “valor de lo inútil” o el “poder de lo débil” (entre un centenar más), que han sido relegadas como incomprensibles por la jactanciosa mente especuladora.  Esta es una de las facetas del taoísmo, verle el lado negativo a lo positivo y destacar lo positivo de lo negativo.  De allí que su símbolo representativo sea el Taichi.

Por lo tanto, cuánto más difícil es para estos caminos de la new age aceptar que ni el bienestar, ni la armonía ni la felicidad representan el fin último de la Alquimia Taoísta, sino que lo es la Conciencia de las verdades eternas tales como la que enseña que el ego es sólo una cáscara que no puede ser alquimizada, y en todo caso, aunque fuera posible, sería un derroche de recursos porque la Esencia ya es Alquimia Pura, es psiquismo y espíritu existencial.

Entonces, ¿cómo no va a ser perturbador para el verdadero alquimista saber que la alquimia no existe?

Pues bien, esto es lo más elevado que la Alquimia Taoísta tiene para ofrecer a quien verdaderamente quiera avanzar por ella, y es justamente, su propia trascendencia.

¿Qué clase de alquimia sería si se convirtiera en la razón y justificación del alquimista?  Obviamente pasaría a ser su cárcel y entonces la “transformación” y la “inmortalidad” se volverían meros dogmas para el alquimista.

Ya lo explicó muy bien Zhao Bichen al comentar el último estadio según los tratados de la Alquimia ancestral, dice: “La Energía Espiritual del Cielo Anterior que ya no es Energía Espiritual”. (Tratado de Alquimia, pág. 123 capítulo V.  Miraguano Ediciones).

Sin embargo, aún esta autotrascendencia del camino, existe inevitablemente un proceso que atravesar.

Se dice en los clásicos de Alquimia que lo último que ha de superar una conciencia despierta y evolucionada espiritualmente, es justamente esta espiritualidad y conciencia;  semejante a decir que lo último a trascender es el Estado de Plenitud.

Están repletos los libros de anécdotas de maestros que han llegado hasta estas alturas pero no pudieron avanzar, quedándose atrapados en esta dimensión por varias vidas.  Pues se dice que es la última barrera y el obstáculo más difícil de sortear en el proceso de auto Realización.  Porque se trata de algo “óptimo”.  Bien fácil sería hablar de trascender la amargura, pero cuan difícil resulta entender si lo que hay que trascender es la felicidad.

Ya hemos hablado suficiente de Tamas, Rajas y Satwa (inercia, actividad y armonía) como tres cualidades de la materia, y también hemos hecho referencias a su equivalente taoísta reconocido como: Yin, Yang y Yin-Yang significando las tres expresiones de la naturaleza universal, pero que no hace a la Esencia existencial, la cual se encuentra más allá de estas

Este más allá hace que el camino no se recorra desde Tamas a Satwa pasando por Rajas ni desde Yin a Yin-Yang pasando por Yang, sino que el camino alquímico implica ir desde las tres modalidades o expresiones al plano donde éstas no tienen ninguna realidad.

Claro que intentar saltar a la trascendencia desde los primeros procesos alquímicos sin la suficiente maduración, es realmente un acto ilusorio de la fantasía, porque el ser humano primero ha de tener que alcanzar el escurridizo estado de armonía y plenitud, porque recién en la cumbre de ellos se encuentra la trascendencia.

De aquí que en la vía alquímica de Tao se insista tanto con la sublimación y ascensión de la Energía Burda, y aun así, hágase lo que se haga, la trascendencia no la puede efectuar nadie, porque ella sucede por sí sola.  Nadie puede hacer la trascendencia (nadie puede trascender voluntariamente), porque se da por sí misma cuando se alcanza el pináculo de la expresión alquímica.

La trascendencia no es una intención, es una Ley de la Existencia.

A partir de esto es cuando la metodología taoísta cobra un sentido al desempeñar un rol incomparable en lo que concierne a la transformación del potencial latente.  Pero ¡atención!, una vez desenvuelto ese potencial que es un don natural otorgado por la Existencia, la metodología taoísta no tiene ningún valor en absoluto.

Para completar esta introducción a la Ciencia de Tao que iniciáramos en la Teorigrafía anterior, agreguemos algunas leyes más al respecto, pero considerando que este es un tema a profundizar dentro de los 36 Datos Secretos de la Alquimia para la Transformación de la Conciencia.

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