La Unión de la Triple Familia Alquímica se refiere, en primer lugar, a los Tres Palacios Psíquicos del cuerpo humano, a saber, la Tierra en el bajo vientre, lo Humano en el pecho, y el Cielo en la Cabeza. Asimismo, además de otros símbolos que ya desarrolaremos con las prácticas más avanzadas, se asocia con el Yin, el Yang y el Yin Yang. Gran teoría taoísta estrechamente vinculada con el conocimiento tibetano sobre las Tres Gunas o condicionamientos de la materia, a saber: Tamas, Rajas y Satwa, la inercia, la actividad y la armonía.
Con la práctica alquímica (conforme a los ejercicios del Taochi) mediante las exactas visualizaciones del los 5 Circuitos Psíquicos del primer y segundo nivel, se ha de formar y procesar para poder despegar de la inercia psíquica y espiritual que se registra en un nivel sumamente subliminal, ya que no se trata de la inercia vulgar considerada como desgano o depresión, sino que es algo mucho más sutil que afecta al alma de todos los seres humanos. De allí de la Necesidad de la Alquimia Taoísta.
Una vez superada esta inercia psíquica (yin) se entra en la fase de gran actividad y movilización psíquica, que tampoco nada tiene que ver con la actividad física, y que a través del Taochi se desenvuelve mediante una serie de presiones internas y autopresiones externas a fin de completar la destraba total de los pasajes espirituales, que no son los 12 Meridianos Principales de la Acupuntura, sino justamente, los 8 Vasos Maravillosos. Esta es la etapa psíquica del amanecer (el Dan de Oro) o la Flor de Oro según cierta línea alquímica (considerada una etapa yang).
En un tercer nivel de la Alquimia Interior taoísta se avanza hacia la tercera fase conocida como Yin-Yang o de Gran Armonía (de aquí que el simbolismo del T´ai Chi Chuan sea el Taichi o círculo yin yang) donde finalmente las dos potencias se han integrado y balanceado.
No obstante, esta tercera fase también debe ser trascendida, pues sigue considerándose un condicionante de la realización Tao, o, desde el punto de vista de las Tres Gunas sigue siendo un límite.
Por eso en el Tibet se dice que lo más difícil es desidentificarse de este estado tan elevado. Grandes maestros y santos permanecieron en este estado de inmensa plenitud sin poder “desapegarse”, y recuérdese que todo apego es en definitiva una materia de crecimiento para transmutar.
De, todo modos, como dice Hua lin Chien, primero hay que alcanzar este estado de armonía, cosa que muy pocas personas logran hacerlo en su vida.
Es lógico, si se pretende trascender este tercer estado sin haberlo antes profundizado, no habrá modo de entender de qué se trata. Primero se trata de liberarse del Yin aplastado y para eso se recurre al Yang (psíquicamente hablando, claro está), pero luego es necesario descender el Yang y ascender el Yin (según las pautas de los clásicos alquímicos) hasta equilibrarlos, y recién a partir de este gran equilibrio o “Justo Medio” es posible trascenderlos. A igual que enseña el Budha en el Maha Prajñá Paramitá Sutra: “ No existen las cuatro nobles verdades ni el óctuple sendero, no existe el camino, ni la balsa ni la otra orilla. No existe la liberación porque tampoco existe la ignorancia. La materia está vacía. No existe la mente ni el espíritu. No existe el alma ni la reencarnación. La vida está vacía.”
Pero entonces, ¿qué ha estado enseñando el Budha a lo largo de su vida con tantos sermones para la transmisión del Sanatana Dharma?
Bueno, entender su última lección resumida en este libro sagrado del Prajñá o “conocimiento supremo” no está en contra de todas sus enseñanzas anteriores, sino que en él se refiere al aspecto más esencial del ser, el más sublime y existencial, a ese valor existencial que hace lo que somos, y por supuesto no es la mente, ni el cuerpo, ni el alma, sino algo que está mucho más allá. Y por ser la máxima pureza, por supuesto carece de ignorancia y no necesita salvarse ni nada de lo que sí es necesario para el ser humano corriente lleno de vicios, conflictos, debilidades y límites.
Una de las enseñanzas de Budha está dirigida a la mente corriente, la otra es sólo para los que están iluminados, de lo contrario es tan difícil de comprender como pretender que una hormiga se siente ante la computadora y pueda navegar por la web.
Cuando Lao Tse habla de ese estado tan trascendente en el Tao Te King, lo describe de manera extraordinaria, dice: “Es el Misterio de los misterios, es la Madre de los misterios”. Y tanto Chuang Tse como Hsiang Hsiu dice: “Es el Hsuan Hsueh < el conocimiento oscuro >”.
El grupo alquimista de Po Yang, se refería a este proceso como el acto de alejarse de la familia. Se dice que hay una etapa para formar la familia, para integrarse y ser uno con la familia, pero luego viene un período de retiro para ahondar los misterios del cielo.
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